Dicen que la naturaleza tiene horror del vacío. Sin embargo, hace falta un orden para colmar los vacíos dejados por la naturaleza. La historia y la geografía enseñan que Ruanda, país limítrofe de la República Democrática del Congo, conoce serias dificultades demográficas. En efecto, Ruanda, un pequeño país de 26.333 km2 con una población estimada de alrededor de 12 millones de habitantes, es considerado como uno de los países con mayor densidad de población del mundo. Esta situación es la causa de incalculables consecuencias a través de la historia de ese país. Las querellas sobre la ocupación del espacio vital surgen recurrentemente entre las poblaciones hutu y tutsi, agricultores los unos, pastores los otros. Las peripecias de ese historia están esmaltadas de genocidios cíclicos.
Desafortunadamente, el gran Congo, que es vecino directo de Ruanda por la magia de la historia, es considerado por ciertas oficinas, tanto occidentales como africanas, como el exutorio del desborde ruandés. Desde la época colonial, se observaron varios movimientos migratorios. Se ha visto así el territorio de Masisi, poblado por hutus, con la bendición de la autoridad colonial.
La llegada de esos migrantes, aun resolviendo por poco que fuera el problema de arriba, creó otros más abajo. Las poblaciones congoleñas de las zonas de acogida de los inmigrantes pagan las consecuencias. En efecto, la mala operación de las transferencias de población termina siempre por crear cierta reacción negativa en el punto donde la población debe a acoger a los recién llegados. Estallan entonces los conflictos entre los autóctonos y los inmigrantes, sobre todo en cuanto éstos reivindican el derecho de propiedad de las tierras.
El caso más reciente es que concierne a los desplazamientos masivos y clandestinos de la población hutu de Ruanda embargo no es cierto. Ningún eco ha filtrado hasta ahora de las aldeas, tanto del territorio de Rutshuru como del de Masisi, en relación con el desplazamiento masivo de poblaciones hutu congoleñas, a nivel de esos dos territorios, en busca de tierras arables en la provincia del Ituri. Las informaciones creíbles recibidas dan testimonio de travesías nocturnas de poblaciones hutu de Ruanda, según el siguiente itinerario: « Rwanda-Ile d’Idjwi-Kalehe-Masisi-Ituri, vía Beni».
Según esas mismas fuentes, esos movimietos serían la puesta en marcha de un plan sabiamente montado y financiado desde Ruanda. Por el contrario, del lado congoleño no se hace ningún esfuerzo para esclarecer a la opinión internacional sobre ese tema. Para cualquier observador atento, algunas cuestiones exigen respuestas:
– ¿Por qué esos movimientos de población hutu se inician durante un período caracterizado por la inseguridad en los sitios de acogida (colectividad Walendu-Bindi, en territorio de Irumu), y las zonas vecinas (colectividad Batandi-Mbau, en territorio de Beni)?
– ¿Cómo consiguen esas personas procurarse tarjetas de identidad congoleñas, siendo sujetos ruandeses?
– ¿Por qué aceptan irse a vivir a una región con tanta inseguridad?
– ¿Por qué aprenden el kinande al llegar a Ituri?
– ¿No existe acaso algún vínculo entre la masacre en el territorio de Beni y la presencia de esos inmigrantes en la región?
Vean pues algunas cuestiones que merecen ser analizadas por cualquiera que se sienta concernido por esos movimientos de poblaciones hutus ruandesas hacia la provincia del Ituri.
A la luz de las precedentes cuestiones, se estaría inclinado de una a asociar las masacres de Beni con la presencia de esos inmigrantes en la zona, y tanto más cuanto los testimonios de algunos que consiguieron huir indican que sus verdugos se expresaban en kinyarwanda. Las tarjetas electorales congoleñas que obtienen, a partir de Ruanda, les permiten hacerse pasar por congoleños aunque no lo sean. Su modo de operaciones y el método de ejecución de las víctimas son exactamente «made in Rwanda», al contrario de los ADF/NALU quienes ejecutan a bala a sus presas; baste recordar el modo en que degollaron a los tutsis en 1994; la reciente masacre de Miriki es un ejemplo patente. Emigran con sus mujeres e hijos, confundidos todos los sexos, y, curiosamente, es en la jungla donde se llevan a cabo estas sucias maniobras que se nota la presencia de hombres acompañados de mujeres y niños, lo que no ocurría con los verdaderos ADF/NALU.
Las repetidas masacres de la población de Beni no son más que una guerra de usura hecha contra la población nande, con el fin de cansarla y desanimarla para que abandone sus tierras arables. Para probar que no hay más que un pueblo al que se apunta, basta con hacer la pregunta de a ver por qué esas masacres ocultas no atraviesan los límites (a menos de 2 kmts) de la provincia del Nord-Kivu con el Ituri para operar al otro lado del límite de la provincia.
Por otro lado, reflexionando profundamente se comprenderá por qué esas gentes aprenden el kinande para crear una especie de división entre los ituriens y los nandes, para envenenar sus relaciones. La estrategia consistiría en atacar los intereses de los ituriens, hablando kinande, para hacer caer la responsabilidad sobre los nandes, sabiendo que en Ituri todo el que venga del Nord-Kivu es tomado por nande. Para ilustrar esos hechos, hay que recordar que en la noche del 28 al 29 de Enero de 2016 unos ladrones de vacas, hablando un falso kinande mezclado de kiswahili “ruandanizado”, robaron una gran cantidad de ganado en las fincas pertenecientes a los hemas, leugo de haber matado un boyero hema. Afortunadamente, los ladrones fueron detenidos e identificados, tratándose de inmigrantes hutus ruandeses chapurreando el kinande. De no haber sido por esta rápida detención, la responsabilidad del robo del ganado hubiera recaído sobre los nande. Y ya se pueden imaginar las consecuencias.
En nuestra opinión, las autoridades que tenían en sus atribuciones los asuntos internos y la seguridad, a nivel nacional y provincial, deberían en un breve lapso de tiempo, hacer lo más posible para controlar la situación, y tener todas las informaciones posibles relativas a los movimientos de las poblaciones ruandesas hacia la República Democrática del Congo. El hecho de que las tarjetas electorales, que sirven de documento de identidad congoleño, sean entregadas a los ruandeses inquieta a cualquier congoleño con sentido patriótico, sobre todo para las poblaciones del Nord, Sud-Kivu y del Ituri, cuyas tierras son tan deseadas por los ruandeses en busca de espacios vitales.
Se extrañaba uno últimamente al enterarse de que los rebeldes burundeses, entrenados por Ruanda para la conquista del poder en su país, hayan sido detenidos en Uvira, portadores de tarjetas de identidad congoleñas, expedidas en Ruanda.
Las poblaciones del Nord, Sud-Kivu e Ituri deberán también interiorizar el hecho de que la tierra nunca haya sido vendida a los extranjeros. La mayoría de las tierras del territorio de Masisi ya no está gestionada por la acostumbrada autoridad autóctona, ya que ha sido vendida a particulares que establecieron en ella pastizales para el ganado. Los palestinos terminaron por perder todo su país, luego de vender progresiva y legalmente sus tierras, libres de gente, a los israelitas de la diáspora. Y hoy son apátridas. Para la pequeña historia, los primeros Kibboutz, Mochavsodin…, ancestros del Estado de Israel, han salido a la luz vendidos por los árabes a los judíos de la diáspora, financiados por los Rothschild, en unas condiciones que hipotecaban el porvenir de los árabes en la zona. Todo el mundo conoce los resultados.
Las poblaciones hutus de Ruanda, candidatas a la emigración, deberían saber que la hospitalidad legendaria del pueblo congoleño no necesita más demostración. Cierto, la República Democrática del Congo tiene en su seno vastas extensiones de terrenos vacíos, cuya puesta en valor es necesaria para su desarrollo. Incluso si la naturaleza tiene horror del vacío, los mecanismos para llenarlo deben ser planificados y ordenados con el objetivo de evitar situaciones desastrosas, tanto para las poblaciones inmigradas como para las poblaciones autóctonas.
El mejor modo de instalarse en la R. D. del Congo es pasar por las vías legales, reconocidas oficialmente, en lugar de poner la vida en peligro tratando de servirse de medios de infiltración oscuros.
Por Adelard Mbayahi,
de Enanganews grupo amigo
« Se comprende así el grave peligro de toda prolongación del poder de Joseph Kabila. Los congoleños dignos de este nombre deben rechazar toda forma de transición. En efecto, a la vista de lo que pasa en el Kivu-Ituri, toda transición más allá del 26 de Diciembre de 2016, daría tiempo y medios al gobierno congoleño que, con toda evidencia, es cómplice de la ocupación ruandesa en curso en el Kivu-Ituri » (Padre Vincent MACHOZI, el 19 de Marzo de 2016, palabras que le costaron su asesinato al día siguiente).
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