





El tribunal militar de la guarnición de Beni-Butembo ha absuelto a todos los presuntos autores del asesinato del Padre Vincent Machozi, antiguo presidente de Kyaghanda Yira-Nande. Se rindió el veredicto el jueves 6 de septiembre de 2018 en el juzgado de Emilio, separado de Butembo. El tribunal le ha hecho creer al público que le habían faltado pruebas para sostener la acusación hecha contra dichos sospechosos, que no son otros sino el Sr. Mumbere Sulemani, chófer de la jefatura de los Bashu, el policía Kasereka Janvier, Ansète Muhindo Musyakulu IV, chófer de la jefatura de la agrupación Bunyuka, y el Mwami Abdoul Paluku Kalemire III, jefe de la jefatura de los Bashu.
La absolución de esos presuntos asesinos nos obliga a volver sobre las pruebas de implicación el poder local de Kinshasa en ese asesinato del que fuera el presidente de toda la comunidad de los Yira-Nande. Es necesario recordar que los asesinos han sido conducidos aquella noche (la del 19 al 20 de marzo de 2016) de Musienene hacia el lugar del crimen, pasando por la ciudad de Butembo, a bordo de un jeep militar de las FARDC, según han reportado varios testigos. Ese vehículo pasó por Butembo tarde en la noche del 19 de marzo para tomar luego la ruta de Bunyuka; y regresó a la aurora del 20 de marzo, en el momento en que el Padre Vincent acababa de ser fusilado, hacia las 23 horas y media, en su pueblo natal.
Los cómplices civiles de esta tragedia han sido muy bien identificados. Son la Sra. Vumi, la secretaria del recordado Padre, manipulada por el Sr. Roger Nzanzu, alias Berlín, y su colega en el cochino asunto el Sr. Daniel Masinda, alias Eric, en colaboración con el servicio de la ANR/Butembo, a través de la persona de Jonás. Nadie ignora el papel que ha jugado ahí el jefe Abdoul Kalemire III, en su calidad de uno de los principales ejecutores del plan de asesinato, considerando los hechos que llevó a cabo a partir de la invitación mediante la que hizo venir al Padre Vincent hasta el altar del holocausto y la escena de los disparos de fusil que tendrían lugar en el centro de acogida donde se encontraba la víctima en la noche del 19 al 20 de marzo de 2016. Más aún, los asaltantes utilizaron su jeep, después de haber cometido su atrocidad, para escapar del lugar del crimen, como si el vehículo estuviese precisamente dispuesto para sostener dicha operación. ¿Y nos dice hoy el tribunal que el chófer de ese vehículo no tiene cuanta alguna que rendir, ni siquiera como testigo? ¿Quién ignora la forma en que las autoridades de la diócesis de Butembo-Beni (incluyendo al obispo) fueron objeto de intimidación, luego de la muerte del Padre Vincent, únicamente para obligarlas a no presionar a la justicia sobre el asunto de ese asesinato?
Tras el éxito de este trágico golpe, la opinión pública debería sostener las agitaciones (debidas a la conciencia culpable) que hicieron huir al jefe Kalimere III para esconderse acá y allá; se fue inmediatamente a Goma para dar cuenta del resultado del su misión criminal a su patrón, el gobernador Julien Paluku, quien debería informar a Joseph Kabila, el jefe supremo, quien habría pedido la ejecución del Padre Vincent con el fin de decapitar a la comunidad Yira-Nande, a fin de dar libre curso a las masacres que el régimen actual acababa de lanzar contra los autóctonos de la región de Beni. Con esa preocupación Kalemire III tratará en vano de buscar un asilo en el Sud-Soudan y otros países vecinos, y finalmente será detenido en Uganda. Sin embargo, el gobierno de Kinshasa ignora demasiado el hecho de que Kampala haya soltado a ese malhechor después de haberle sacado todos los datos que necesitaba obtener de él sobre el asesinato del Padre Vincent Machozi y también sobre el mantenimiento por Kinshasa de una red terrorista cubierta bajo la mención de « presuntos ADF » saltando de la región de Beni en la RDC a la de Kasese en Uganda.
De modo que el hecho de que los presuntos cómplices de ese asesinato hayan sido absueltos por la justicia congoleña no es una sorpresa para observadores avisados. En Kinshasa eso sería absurdo, ya que el verdadero comandatario del asesinato del Padre Machozi no se querría condenar a sí mismo, lo que sería absurdo. Además, ya desde el inicio de dicho proceso, y obtenido muy difícilmente por su comunidad de base, expresaba ya Beniluberoonline su pesimismo en cuanto al resultado. La historia le da hoy plenamente la razón.
Sin embargo, la única garantía de esperanza para la familia de la víctima es que el régimen corrupto que extermina a sus hijos e hijas no tendrá un poder eterno. Y muy pronto tendrá la RDC un cambio político que lleve ante una justicia equitativa a todos los autores de los innumerables crímenes por los que Joseph Kabila y su sistema han transformado nuestra sociedad en un infierno.
Jeanne d’Arc KAHINDO
Butembo
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