





Se necesitaron justo diez días para ver las masacres alcanzar en el Ituri su velocidad de crucero. Eso no sería nada sorprendente, ya que los expertos carniceros humanos de este siglo en África están lanzados de plano a la obra. Sin embargo, las alertas de Benilubero Online no habían convencido a la opinión pública hasta mostrar de dichas denuncias salen directamente de los servicios del orden.
En efecto, una fuente policial de Bunia alcanzó en cascada la redacción de Benilubero Online para señalar que los ruandeses han sido distinguidos actualmente en multitud en los campos de masacres con arma blanca y con armas de fuego en el territorio de Djugu, en el Ituri. Este lunes 12 de febrero de 2018, a finales de mediodía, la vigilancia de la policía consiguió capturar a 15 ruandeses que acababan de tomar posiciones alrededor de una aldea en el radio de Drodro, para pasar al filo de la espada a cuantos habitantes hallasen en el lugar. Esos asaltantes son precisamente del grupo de esos Hutu ruandeses que el régimen de Kabila ha impuesto a los habitantes de Tchabi, Bukiingi, Boga y sus alrededores, al sur del Ituri. Estaban muy bien armados con machetes y armas de fuego. Esos criminales fueron encaminados inmediatamente hacia las autoridades jerárquicas de la provincia del Ituri en Bunia. Pero la cuestión que se presenta es la de saber si esas autoridades provinciales concederán verdaderamente exponer al público a los aliados del poder local.
Así pues, los observadores advertidos tienen gran temor, ya que conocen bien el juego que lleva a cabo el poder en la tragedia que se desarrolla en el Grand Nord-Kivu y en el Ituri. Algunos estiman pues que esta transferencia correría el riesgo de decepcionar la espera de la población víctima, que desearía ver a la justicia ocuparse eficazmente de esos sanguinarios.
Convendría alertar igualmente de que las autoridades de Bunia son bien conscientes del juego oficial en las matanzas de Djugu. Comienzan ya a ponerse al paso de sus colegas de Beni, incluso del Nord-Kivu en general, manteniendo la duda respecto a la identificación de los autores de las masacres. Al inicio, se hablaba explícitamente de los Lendu, de los Hema; pero actualmente se mantiene lo indefinido « la identidad de los responsables de las matanzas es desconocida », dicen ellos. Mientras tanto, esos esbirros intimidan a los autóctonos diciendo que la provincia del Ituri y la región de Beni les han sido vendidas. Les hacen creer que ellos sólo se dedican a recuperar lo que les pertenece. La actitud de Joseph Kabila y su entorno en el poder, ¿no podría dar a entender tal pretensión?
¡Poco importa! No es sino más evidente que, a partir de Beni y hasta el Ituri, Joseph Kabila está haciendo él más bien la guerra al pueblo a quien pretende dirigir. Los asesinos reciben las consignas de trabajo de la jerarquía suprema del país, del mismo modo que el M23 de los años 2013. Las fuentes de seguridad afirman tener pruebas irrefutables del reavituallamiento de los asesinos por las autoridades nacionales. Por otra parte, según su testimonio en Bunia, un cargamento de armamento de todos los calibres acaba de alcanzar a los asesinos e Djugu en camiones. Mientras esperan lotes suplementarios, esas armas ya comienzan a ser distribuidas en Drodro, en Fataki, en Largu, en la Central Soleniama e incluso en algunos barrios de la ciudad de Bunia, asegurando al mismo tiempo su expansión hacia la zona minera de Mongbwalu, con el objetivo de establecer un enlace de masacres con el territorio de Aru y el de Mahagi.
Nuestras fuentes, que explotan los informes puros de los datos de los servicios de seguridad son categóricos: los refuerzos humanos en la tragedia que enluta el Ituri proceden del pie de los montes Rwenzori y del sur del Ituri, es decir, de la parte del Irumu ocupado por los invasores ruandeses.
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