





Los autores siguen protegidos
Del 2 de octubre de 2014 al 2 de octubre de 2017. Hace exactamente tres años, día por día, desde que se iniciaron las masacres en el territorio de Beni, con un aspecto de verdadero genocidio, hasta el día de hoy, en que esta barbarie, lejos de ser impedida por quienes compite ha empeorado llevándose hasta a los más ilustres personajes de la comunidad Yira. Fue esta la suerte que le tocó al presidente mundial de Kyaghanda-Yira, salvajemente asesinado el 20 de marzo de 2016.
A medida que pasan los días, los acontecimientos han terminado por desvelar ante los ojos de toda la opinión pública, tanto nacional como internacional, el carácter de exterminación que, aparentemente, no desvela razón de ser ni el nombre del autor.
Pero es el secreto de polichinela; no se puede continuar ya escondiendo, a la vista de los múltiples indicios, que fijan los espíritus sobre la base de esta crónica de los hechos. Sobre este tema se ha descubierto ya lo que sigue:
1. Los autores de las masacres de Beni no son los clásicos rebeldes ugandeses ADF.
Luego de los éxitos de la operación Sokola 1 bajo el mando del ilustre general Bauma, ya fallecido, los clásicos ADF han sido reducidos a la nada y jamán han podido reconstituirse con una fuerza capaz de desafiar al ejército nacional que forman las FARDC.
Los degolladores capturados revelaron sus diversos orígenes (ruandeses, congoleños y ugandeses), poniendo en evidencia la naturaleza conspiradora de sus actividades cercana a una política de expulsión de los autóctonos. Existen numerosas pruebas de la conexión, e incluso de la participación, de los ex-rebeldes del M23, una fuerza negativa que actúa bajo la influencia ruandesa en dicha operación genocida. Se ha establecido una nítida conexión entre los degolladores y los inmigrantes Hutu que afluyen al sur del Ituri y al norte del territorio de Beni. Las bases del establecimiento de dichos inmigrantes sirven de reserva a esos matones que operan a veces a partir de dichas bases, o se repliegan hacia ellas tras algunas operaciones que se han constatado muchas veces en Eringeti y sus cercanías.
2. La complicidad del poder local
¿Quién no ha oído hablar, pruebas a la vista, de la complicidad de las FARDC con los degolladores de Beni? Desafortunadamente, muchos observadores siguen considerando esta realidad como una fábula. La cadena de esta complicidad sobre el terreno incluye al general Akili Mundos y se extiende en ramificaciones por las diferentes unidades operativas. La no asistencia del ejército a los campesinos masacrados, y sobre todo la represión del ejército contra los testigos que le manifestaban a éste la identidad de los degolladores, ha sido uno de los mayores escándalos cometidos por las FARDC de la operación Sokola 1 en Beni.
Varios de los prevenidos vencieron el miedo para citar abiertamente ante el tribunal la implicación de las autoridades, tanto civiles como militares, en la colaboración con los degolladores. El señor Nyonyi, alcalde de la ciudad de Beni, y el general Akili Mundos hacen parte de estas autoridades criminales.
Uno de los mayores escándalos de la complicidad del poder local en el genocidio contra los Yira fue revelado en el momento en que el pueblo martirizado se confió a la justicia. Hasta ese día, en lugar de detener a los verdaderos criminales y autores de las matanzas, las autoridades del país se dedicaban a incriminar inocentes, a cubrir a los terroristas y declarar inocentes a los culpables y sus cómplices.
Se montaron escenarios para favorecer la evasión de autores y cómplices de las matanzas que tuvieron la mala suerte de ser arrestados. Es emblemático en este punto el caso de Daniel Masinda.
El poder hizo todo lo posible para acallar el proceso sobre el asesinato del Padre Vincent Machozi, presidente mundial de Kyaghanda-Yira. Y es lo que ocurre hoy con el secuestro de los sacerdotes católicos de la parroquia de Bunyuka. Varios días después de la detención de los cómplices, presentados como cabeza motora del secuestro, las víctimas aún no han sido liberadas. Y no parece que la justicia haga la más mínima presión sobre los autores.
Hay muchos otros hechos del mismo tipo que prueban un complot oficialmente orquestado contra los Yira-Nande.
El tercer aniversario del inicio de las masacres de Beni es una ocasión para el pueblo Yira de recordarle al mundo su sufrimiento, y de exigir justicia en memoria de las víctimas.
©Beni-Lubero Online.





