





Se constata con mucha inquietud el reinicio de actividades de los matones de Beni, teniendo siempre en cuenta la indiferencia de las autoridades encargadas de ocuparse de su seguridad y administrar sus bienes. Terminó el pasado mes de agosto en un clima de duelo alrededor de la cuidad de Beni a causa de las masacres que volvieron a repetirse en las áreas de Kididiwe, a nivel de la zona llamada Mayangose, y en Nyaleke.

El balance de estos acontecimientos ha sido presentado bastante superficialmente a causa de los retenes que imponían una notable restricción a la seguridad de los periodistas. Toca afirmar hoy que esta enésima masacre había causado importantes daños humanos y considerables pérdidas. Entre los muertos contados figuran dos pigmeos que han sido degollados y otro más gravemente herido, mientras que un niño pigmeo ha sido dado por desaparecido. Este hecho tuvo lugar en Vemba, en el Mayangose. Mientras tanto, las familias de los pigmeos han sido empujadas hacia las áreas próximas a Ngandi, siempre en el Mayangose. Uno de los pigmeos heridos que huyó ha sido atendido en el hospital de Nyankunde, al sur del Ituri.
Es inquietante constatar que el reinicio del fenómeno de las masacres, tal y como se señala ahora, se instala verdaderamente a las puertas de la ciudad mártir de Beni. El peligro continúa permanente, ya que los malhechores rondan por esos parajes con gran serenidad, de una manera escandalosa, pues están exentos de cualquier persecución de parte de las fuerzas públicas.
Informaciones provenientes de Beni continúan alertando de la amenaza de próximas masacres, cuya meta es ahora la ciudad de Oicha, en el eje de comunicaciones de Beni-Kasindi, la localidad de Nyeke, las zonas de Mbau y de Eringeti. Hay lugar de esperarse a lo pero en los próximos días, si las autoridades locales y sus fuerzas de seguridad continúan conservando esa indiferencia que traiciona su complicidad en esta empresa de maldad.
Justin Kalembelembe
Beni
©Beni-Lubero Online





