





El ejército congoleño acaba de comunicar su balance de la horrible tragedia, conocida esta semana, que tuvo lugar en el eje Kamango-Mbau. De entrada hay que resaltar que esta recapitulación se hace en nombre de las FARDC, y no se conocen testigos independientes. Esto es algo anormal, ya que incluso las familias que tienen el presentimiento de haber perdido a alguno de los suyos no están autorizadas a acercarse al lugar regado de cadáveres.
De modo que las FARDC anuncian haber hallado 36 cuerpos en estado de putrefacción, así como 25 motos y un vehículo quemados. A priori, este balance parece muy lejos de la realidad, ya que se sabe que las motos sobre el eje Mbau-Kamango se desplazan casi siempre con tres personas a bordo. Más aún, el vehículo incendiado transportaba también varias personas.
Por vía de deducción hay que constatar que habría por lo menos 80 personas masacradas. Es curioso constatar también que en este balance no se menciona ninguna pérdida en el seno de las FARDC, mientras se conoce la amplitud de los enfrentamientos que se desarrollaron al ver las pérdidas sufridas por los cascos azules tanzanos (2 muertos y al menos 18 heridos) que sólo serían atacados en segundo plano.
¿Sería dudoso pensar que el blanco privilegiado de los asaltantes serían especialmente civiles inocentes y la MONUSCO?
En sí, estos interrogantes parecen banales. Sin embargo, se pueden pensar en efecto que la sucesión de los hechos continúa reforzando más que nunca la tesis que demostraría que los degolladores, cuya identidad se ha tardado en determinar, no son otros sino las FARDC, o mejor aún, los mercenarios que el poder local ha infiltrado en el ejército nacional que opera en la región, saludado de paso por las tropas de las FARDC (sus colegas de oficio) sobre el lugar mismo de los dramas, dos minutos antes de que las balas comenzasen a crepitar atacando a los convoyes de motos y al vehículo que acababa de cruzar, luego de adelantar dicha posición de Sokola 1 en PK40. Volvía de Nobili y se dirigía (también en moto) a Oicha.
Es preciso hacer notar también que los asaltantes, los mismos que acababan de matar a los civiles en Pk40 el 7 y 8 de octubre, y que atacaron el contingente de tanzanos de la MONUSCO en Mamudjoma el 9 de octubre de 2017, han dado pruebas de un profesionalismo en el arte de la guerra que no es común en las arcaicas milicias combatientes; con toda evidencia, eran soldados muy bien formados y dotados de medios del calibre de las tropas del Estado.
Hay ciertamente razones para temer que estas maniobras bien montadas por las autoridades y la jerarquía militar hagan una vez más volar en añicos la verdad sobre estos últimos acontecimientos de Kamango; sobre todo porque las FARDC que aparecieron aquel día en esos lugares tienen prisa en querer enterrar precipitadamente a todas las víctimas en fosas comunes, al abrigo de cualquier testigo independiente, y al margen de lo que revelaría una encuesta seria. Estas FARDC de las que se trata, ¿serían pues los verdaderos soldados de la nación o simplemente unos mercenarios infiltrados por el poder para perpetrar el caos buscado en la perspectiva de concretizar el plan de balcanización?
Johnny Mutokambali
Beni.
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