Del 2 de febrero de 2018 a hoy vemos al Ituri volver a caer en la triste página oscura de los años 1999-2003. El territorio de Djugu se mueve al ritmo de la violencia, de las masacres y de las maldadosas destrucciones sistemáticas. Los Lendu, de la colectividad de los Walendu Pitsi, han pasado con hostilidad contra los Lema, de las colectividades de los Bahema-Nord y viceversa, con los machetes al aire contra todo ser humano que se les enfrente, y fuego para reducir a cenizas a todos sus antagonistas.
Nadie consigue precisar el número exacto de víctimas humanas cuando se observa cómo más de diecisiete localidades, no sólo han sido devoradas sistemáticamente a machete, flechazos, lanzas y palos, sino además consumidas por el fuego. Los que huyeron están en un « sálvese quien pueda », y confluyen en la ciudad de Bunia. En efecto, el martes 6 de febrero de 2018 Bunia se llenó de pánico ante el índice de infiltraciones de los beligerantes antagonistas de Djugu en esta aglomeración. Muchas familias permanecieron escondidas en sus casas todo el día, paralizadas las actividades cotidianas, ante los tumultos que causaron daños acá y allá. Desafortunadamente, el asunto evolucionó de manera a crear la incertidumbre sobre el eje de caminos Bunia-Mahagi, en dirección norte, hasta provocar rupturas intermitentes de la circulación por carretera. La violencia gana terreno a grandes pasos; este 8 de febrero de 2018 se señala el ataque de los Lendu contra los Hema en Logo, a 18 kilómetros de la localidad de Drodro. Total, una vez más casi todo el territorio de Djugu se encuentre en llamas.
¿Quién tira de los hilos?
La preparación del recomienzo de la guerra inter étnica entre los Lendu y los Hema es tan vieja como el fenómeno de las masacres de Beni. En efecto, cuando los esbirros del pueblo posicionan a los invasores con vocación criminal en Boga, Tchabi y Beni, era evidente que una real amenaza de inseguridad se cernía a la vez sobre el Ituri y su vecino Beni.
Los Beniluberois que ya estaban avisados del plan maquiavélico en marcha no cesaron de multiplicar las alertas para despertar la atención de la opinión pública sobre la maquinación de iba a encender de nuevo el fuego en el Ituri, pero fue en vano. Muchos estimaban que esas advertencias eran simplemente la transposición del sentimiento de un pueblo (los Nande) exasperado por el dolor de las masacres de sus miembros. Lo que sigue siendo una realidad incontestable es que, durante todo ese tiempo, los infiltrados ruandeses así como los ex-M23, tomaban posiciones en Tchabi, en Shari, en los alrededores de Rwampara, en el radio de Lipri, en Boga, etc. Muchas veces han intentado actos de provocación que podrían conducir a los Lendu y a los Hema a la guerra. Entre las estrategias de esos enemigos de la paz hay que retener el frecuente robo de los rebaños de los Hema por presuntos Lendu o Ngiti, las matanzas de los sujetos Hema, etc.
Un jefe costumbrista Hema de los más influyentes, el Honorable Yves Kahwa Panga Mandro, quien había descubierto la mano del régimen de Kinshasa en esta triste maniobra, tuvo el valor de exhortar a su comunidad para que no se dejase arrastrar a la trampa de un poder que eligió prolongar su reinado sobre la estrategia de dividir para reinar. Ya que Joseph Kabila miró siempre al Ituri como el terreno más favorable para iniciar el baño de sangre del mismo modo en que ya pudo organizarlo con éxito en Beni y en Kasai. Pero el llamado a la unidad y a la solidaridad intercomunitaria lanzado por el jefe Kahwa no será oído sino por los hombres de su propia comunidad, los Hema. En cuanto a los Lendu, el enemigo se los echó al bolsillo luego de escrutar su psicología: son un pueblo emotivo y espontáneo, siempre listos para actuar a la menor excitación. Es la razón por la que en la vuelta actual de la guerra entre Hema y Lendu son los Lendu los más decididos en pasar a la ofensiva con relación a los Hema.
Sobre esto, Benilubero Online se reserva momentáneamente el derecho de divulgar los nombres de las autoridades civiles y militares que están siendo actualmente utilizadas por el régimen local para manipular esos espíritus débiles a fin de provocar una marea inextinguible de sangre en el Ituri, sólo con el fin de hallar los pretextos para esquivar la fecha límite de las elecciones, esperadas para diciembre de 2018.
El gobierno ha importado incluso machetes para las masacres en el Ituri
En agosto de 2017, informaciones verificadas han señalado la llegada y el reparto en la ciudad de Beni de un lote considerable de machetes. La juventud se había movilizado para asegurarse en esa situación, exigiendo que los contenedores sospechosos fuesen descargados en su presencia.
Las autoridades del gobierno de la provincia de Bunia, temiendo el escándalo en perspectiva, tuvieron que maniobrar con los militares de las FARDC con base en Rwampara, para que el cargamento se descargara de noche. No pudiendo terminar esa misión solos en una noche, algunos jóvenes fueron asociados para trabajar como jornaleros la noche de marras. Desafortunadamente para ellos, fueron todos muertos y enterrados secretamente una vez acabado el trabajo, excepto aquellos que habiéndose sentido incapaces de aguantar el peso de esas « mercancías » que tenían que descargar, se evadieron discretamente y son ahora los testigos oculares que reportan este enésimo crimen de estado. De ese modo las autoridades de Bunia consiguieron descargar los machetes de los contenedores y reemplazarlos por sacos de harina.
El poder está ávido de crear nuevos focos de tensión
Siempre en el curso de año 2017, el servicio secreto del Presidente Joseph Kabila había intentado en el Ituri atraer a los Nyali en guerra con los Alur hacia la región minera de Mongbwalu. Fueron destinados fondos para reclutar y entrenar a los jóvenes Nyali en el corazón de la selva del oeste del territorio Djugu. Se erigió un centro de formación a este efecto en favor de los reclutas Nyali, cuya dotación era puesta a punto en el campamento de Rwampara, en Bunia. Así la comunidad Alur, compuesta del mayor efectivo de poblaciones de esa región minera.
La salida de esta información estimuló a la comunidad Alur a una movilización comprendiendo a todas las tribus nilóticas que van del Nordeste de la RD del Congo hasta Kenya, pasando por multitud de comunidades « Luo » en Uganda. Los Nyali, llenos de pánico por esta campaña de movilización, declinaron la oferta del Presidente Kabila exigiéndoles entrar en guerra contra los Alur.
Habría ya indicios de la participación de los ruandeses en las masacres en el Ituri
Fuentes de Benilubero Online señalan que habría ruandeses ilícitamente inmigrados en el Ituri en el campo de masacre o guerra actual entre Lendu y Hema. En efecto, un tal Ndagijimana Karaha, un presunto Munyabwisha de Rutshuru, llegado al Ituri entre los inmigrados ruandeses, que se habría hecho enrolar en Tchabi (una colectividad del territorio del Ituri invadida por Hutu ruandeses), ha sido muerto este 9 de febrero de 2018 entre los asaltantes que masacraron a los Hema.
Por otra parte, corresponsales de Benilubero Online en Bunia informan que los ex-M23 que han sido recuperados y reciclados por el gobierno congoleño son encaminado actualmente hacia el Ituri, con uniformes de la Policía Nacional, con el objetivo de ir a intervenir en las zonas de conflicto entre las dos tribus (Hema y Lendu).
He aquí pues una nueva fórmula adoptada para ampliar la carnicería en el Ituri, a instancias de lo que ocurre en Beni y en el Kasai. A seguir…
Londroma Djokaba Hyacinthe
Bunia.
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