Las causas del conflicto observado en nuestros días entre Uganda y Ruanda son ciertamente múltiples. Pero la República Democrática del Congo es una de las más importantes.
Uno de los puntos cálidos de la actualidad político-social en la región de los Grandes Lagos en estas fechas se encuentra, sin contradicción, en la tensión reinante entre el poder de Kigali y el de Kampala. ¿Se trata de un verdadero conflicto o de una comedia? Pues es imposible no constatar la amplitud de tal conflicto, como el de un muchacho con su padrino, tutor y formador, cuando en su vecindad llegan al cierre de los contactos fronterizos entre sus respectivos países. El antagonismo entre Kigali y Kampala no es un hecho de superficie; viene en profundidad desde un lejano pasado, interpretándolo como la historia de un muchacho que se rebela contra su tutor. El presidente Museveni, tras haber “fabricado” a Kagame hasta hacerlo un jefe de estado como él, se encuentra abocado a la dolorosa experiencia del desprecio y la arrogancia que en compensación recibe.
1. Toda la malicia de Kagame se revela ya en 1999 en Kisangani. Con la rebelión de la Junta Congoleña por la Democracia (RCD) el mundo fue testigo de un primer enfrentamiento físico entre Uganda y Ruanda, en Kisangani. El ejército ruandés y el ugandés habían acompañado juntos a la RCD hasta esta etapa. Sin embargo, los ruandeses decidirán echar a los ugandeses y quedarse como únicos dueños del terreno. Una guerra muy escandalosa por los daños causados contra los inocentes congoleños de Kisangani fue iniciada por el ejército ruandés, saldándose con el repliegue del ugandés hasta el Ituri, en Bunia. Realidad extraña: ¡un hijo que ataca sin piedad a su padre!
¿Por qué? – El presidente Museveni, en su visión del desarrollo integral de la región, aconseja a su homólogo ruandés que privilegie el despegue del Congo permitiendo o iniciando a los autóctonos en una buena política de gestión de los asuntos públicos, con la esperanza de ver a la RDC convertirse en un auténtico socio económico del África del Este. Kagame en cambio, por su parte, buscaba en su intervención en la RDC únicamente el pillaje y la sumisión del país, al que debería considerar en adelante como una fuente de medios necesarios para la construcción de su Ruanda. Obstinado por esta ambición, Kagame obligó a su ejército a deshacerse de la presencia ugandesa del terreno congoleño.
Desafortunadamente, muchas opiniones creyeron enseguida en la derrota de las fuerzas ugandesas al término del enfrentamiento de Kisangani, en lugar de percibir allí la sabiduría del viejo presidente ugandés que exigió el repliegue de sus fuerzas para detener los daños que provocaba esta guerra inútil.
2. Kagame decide hacer de Ruanda un auténtico virus en la sub-región. En 2009, la ambición de Kigali pasa a una velocidad superior. El presidente ruandés monta un plan de espionaje nocivo sobre todos sus vecinos directos y por el mundo. Considerando a la RDC como un país tomado de oficio bojo su mando, después de la instalación a su cabeza de un ruandés de sangre, el señor Joseph Kabila, sólo necesitaba ya extender sus acciones sobre Tanzania, Burundi, Kenia y Uganda.
Las mayores acciones de este programa fueron los secuestros y asesinatos de los oponentes políticos al régimen del FPR, tanto en la sub-región como en el mundo. El general ruandés Faustin Kayumba Nyamwasa continúa a subsistir, después de haber escapado a varios atentados mortales. Aprovechando la elasticidad de la fraternidad histórica del régimen de Kampala y de Kigali, este último organizará, con la complicidad de sus agentes secretos infiltrados en los servicios de seguridad ugandeses, la deportación de multitud de oponentes ruandeses exiliados en Uganda. Esas acciones prosiguen hasta estos días en los Estados Unidos, en Europa, en el Canadá, en Gran Bretaña, en varios países africanos y en el mundo.
El presidente ugandés es tratado hoy por Kagame como padrino de los rebeldes ruandeses únicamente porque persevera en aconsejar a su homólogo que no es de esta manera (persiguiendo gente y asesinando) como un país que se revindica democrático puede tratar a sus oponentes al régimen en el poder.
3. Kagame se convierte en el promotor de un plan de balcanización de la RDC. El único medio que podría permitir a Ruanda conservar una influencia permanente, aunque sólo fuera sobre una pequeña parte del Congo, se quedó en el apoyo a la balcanización de ese gigantesco país con variadas maniobras. Por supuesto que todas las llamadas guerras de liberación del Congo apenas ocultaban este objetivo. La mayor preocupación del régimen de Kigali consiste en conservar una presencia permanente en la RDC, bajo pretexto de amenazas de los clásicos rebeldes, los FDLR.
En 2009, aprovechando la operación conjunta FARDC-RDF, llamada « Umoja Wetu », contra los FDLR, Kigali había enviado 15.000 militares ruandeses a la RDC. Al final del retiro oficial de los soldados ruandeses de « Umoja Wetu » sólo 3.000 militares fueron objeto de la ceremonia oficial organizada para este efecto. Los 12.000 restantes fueron infiltrados entre las FARDC, bajo la cobertura de ex-CNDP, y con la complicidad de los dirigentes congoleños, para convertirse en lo que se identifica de modo informal con los regimientos ruandófonos de las FARDC. Éstos han colocado los jalones esenciales para sacar a los auténticos congoleños del seno del ejército nacional, cuyo cumplimiento vemos en estos días.
En 2012-2013, el fenómeno de la rebelión del M23 marca su historia en el este de la RDC. Kigali le pide a su marioneta de Kinshasa que fabrique esta pseudo-rebelión con un múltiple fin, el principal es el de abrir la vía por donde los sujetos ruandeses (Hutu y Tutsi) deberían ser deportados hacia la RDC para sostener allí la ocupación del terreno en el Kivu y en el Ituri.
En 2013, Kagame comienza a deshacerse efectivamente los Hutu, a los que considera pesados en su país y los hace instalar oficiosamente, con la complicidad del poder de Kinshasa, en el gran Nord-Kivu y en el Ituri. Esta inmigración ilícita se convertirá en la base del lanzamiento de las masacres de los autóctonos de Beni (ya en curso desde 2014) por una parte, y en la preparación del ataque contra el territorio ugandés por otra parte. En consecuencia:
– El genocidio contra la comunidad Nande (considerada como el principal obstáculo al plan de balcanización del Congo) es lanzado desde el mes de octubre de 2014.
– Uganda se ve cada vez más amenazada por esta expansión del despliegue de las fuerzas ruandesas, o al menos pro Kigali, que dominan por este hecho una gran parte de sus fronteras con la RDC.
– Se descubre así el plan ruandés de desestabilizar Uganda a fin de sabotear su plan económico que pretende construir el pipeline que debería transportar el petróleo ugandés hacia Tanzania; pero la invasión de las fuerzas pro ruandesas en el gran Nord-Kivu y en el Ituri encara también la explotación del petróleo de la cuenca Albertina congoleña en provecho de Kigali, con sabotaje hacia Kampala.
– Pero Kigali identifica otro rompecabezas en esta ambición, es el acercamiento del pueblo Nande y de los Hema por una parte, así como el acercamiento de la comunidad Nande hacia el poder de Kampala por otra parte. En esas condiciones Kigali descubre una verdadera restricción que se impone a su plan de invadir Beni-Lubero y el Ituri.
4. Necesidad para Kigali de corroer el poder de Kampala desde el interior.
El gobierno había decidido entonces infiltrar y controlar lo más profundamente posible el régimen de Kampala. La policía, el ejército, y el servicio de información han sido infiltrados de tal manera que las autoridades ugandesas no se dieran cuenta.
En diciembre de 2016, Kampala será despertada por una alerta proveniente de las autoridades de los Estados Unidos señalando el plan de ataque montado por Kigali y Kinshasa contra Uganda. Investigaciones en cascada desvelarán inmediatamente el grado alarmante de infiltración de los espías ruandeses y congoleños en la seguridad y en las comunicaciones de Uganda. Las pruebas del inicio de la ejecución del plan de Kagame eran también muy visibles: asesinatos precisos contra grandes dignatarios en la capital, secuestros, atentados a domicilio o durante el desplazamiento; en resumen, todos los indicios de la transferencia de las acciones terroristas comandadas por los ruandeses al este de la RDC (Beni y el Ituri) eran muy visibles sobre suelo ugandés.
El servicio de telecomunicación de MTN, por medio del francés Olivier Prentout y de la ruandesa Annie Bilenge Tabura, fue instrumentalizado para espiar las comunicaciones de las autoridades top en el poder en Kampala, hasta el Presidente de la República. Los dos agentes fueron descubiertos y expulsados del país.
5. El régimen de Kinshasa colaboraba en el complot de Kagame. En fin, el mayor escándalo en esta historia habrá sido el arresto del principal colaborador de Kigali en la persona del Inspector Nacional de la Policía Ugandesa, el general Kalle Kaihura, en el momento en que trataba de huir hacia Ruanda.
Una vasta red de agentes dobles debió ser desmantelada entonces en el seno de la Policía Nacional ugandesa, de la que varios oficiales fueron arrestados.
Hay que resaltar la evidente implicación del poder de Kinshasa, al lado de los traidores ugandeses, utilizados por Kigali contra el presidente Museveni y su régimen. Entre los oficiales militares congoleños de las FARDC, detenidos en las mismas circunstancias en Kampala, conviene citar al general Kakolele y a Col Pacifique, oficial de la Guardia Presidencial.
6. El reconocimiento de las masacres de Beni por parte de Museveni como genocidio de los Nande vuelve loco a Kagame. Kabila y Kagame estaban empeñados en ocultar al mundo ese genocidio que decima las vidas en Beni, acusando a los ADF. El hecho de que Museveni lo haya reconocido abiertamente y denunciado como genocidio los conmovió mucho.
7. Los ruandeses huyen de su país y prefieren instalarse en Uganda. Hay cada vez más desplazados ruandeses que abandonan Ruanda por Uganda, a causa del cierre de la frontera común entre ambos países. La vida de los campesinos ruandeses sufre enormes consecuencias. Recordemos que Uganda se caracteriza particularmente por su hospitalidad que atrae a más de un millón de refugiados provenientes de los países vecinos.
De cuanto precede, se puede entender mejor la génesis y las causas de la actual tensión entre ambos países hermanos. Kagame está totalmente cegado por la locura de grandezas y piensa que él puede marchar contra quien sea. Sin embargo, no es por eso menos consciente de su suerte última. Luego de haber cometido tantos crímenes en la RDC, intenta distraer a la opinión pública creando conflictos alrededor suyo, bajo pretexto de defenderse contra los protectores de los rebeldes de su país. La acusación que apunta a Kampala como soporte de los FDLR y del disidente del FPR, Kayumba Nyamwasa, es sencillamente deshonesta e hipócrita, cuando se dispone de las pruebas necesarias de que esos dos grupos rebeldes ruandeses están más bien mantenidos sobre el suelo congoleño, en el Nord-Kivu y en Sud-Kivu, por el régimen de Kinshasa, además por instrucción del mismo Kagame, para que le sirva de álibi para una eterna presencia de las fuerzas gubernamentales ruandesas en la RDC.
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