





Los escuadrones de la muerte de Joseph Kabila están en plena formación en Kisangani. La alerta proviene de fuentes militares de las FARDC que se sienten aún leales. Es la preparación de un gran gesto de respuesta terrorista en previsión de las reacciones populares frente al proyecto de referendo que el régimen de Kabila se prepara a lanzar durante los disturbios que prevé, después de la publicación por la CENI del calendario electoral de mascarada.
El general Delphin Kahimbi ha sido designado para dirigir la formación de una brigada destinada esencialmente a hacer la guerra contra el pueblo, ese pueblo que se ha vuelto demasiado reivindicativo. La selección de los reclutas para este fin se orienta exclusivamente hacia los ex-M23 y otros voluntarios disponibles en la vecina república de Ruanda, poniendo especial cuidado en centenares de desmovilizados que son señalados por los medios. La frontera-colador del eje Bunagana-Goma favorece ampliamente la transferencia de las tropas. En Goma se han establecido ya oficiales que utilizan los medios del ejército nacional para canalizar el movimiento de esos mercenarios hacia Kisangani, donde una cantidad inestimable de armamento está depositada para su dotación.
Ya ha sido confirmada la vuelta al país por esta vía ilícita de los terribles y temibles oficiales criminales del M23, entre los que podemos citar especialmente:
1. El teniente coronel Germain Bahame, un antiguo evadido de la prisión de Makala/Kinshasa en 2013, refugiado luego en Ruanda;
2. El teniente coronel Pascal Bagabo, encargado antes de la seguridad de Bosco Ntaganda, fue él quien asesinó al oficial de información afectado a la 8ª región militar del Nord-Kivu, después de la reunificación del gobierno de Kinshasa con el RCD/Goma;
3. El teniente coronel Munyakazi, médico tratante de Bosco Ntaganda;
4. El teniente coronel Gaston que fue comandante del batallón del M23 en el servicio de Bosco Ntaganda;
5. El mayor Kazungu, alias Kilo Zulu, antes comandante segundo, encargado de la seguridad de Bosco Ntaganda. Era él quien ejecutaba las misiones especiales de detención bajo órdenes en Bosco Ntaganda, como la de la recuperación de los 6 millones de dólares en el asunto del oro, en el aeropuerto de Goma; fue también él a quien encargó el M23 de organizar las recuperaciones de los convoyes de vehículos de los bancos en la cuidad de Goma por cuenta de Bosco Ntaganda y Makenga;
6. El mayor Emmanuel Ndungutse, encargado de la seguridad del coronel Baudouin Ngaruye, adjunto del general Bosco Ntaganda;
7. El mayor Gakuru Safari, primo del coronel Baudouin Ngaruye;
8. El mayor Kanamugire, comandante de batallón en el M23, ala de Bosco Ntaganda;
9. El mayor Faustin;
10. El mayor Christian Manzi, escolta del coronel Vianney Kazarama, que era el portavoz del M23;
11. El mayor Donati, de la policía del M23; y muchos otros, ya que esta lista no es exhaustiva.
Fue ciertamente bajo este plan criminal que trataba de dotar a estos ex-M23 de pleno poder de vida o muerte sobre las poblaciones congoleñas que el coronel Emmanuel Nduguste, miembro de esta cadena criminal del M-23, fue nombrado recientemente en Rutshuru en calidad de comandante segundo de la DEMIAP, por recomendación del mismo general Delphin Kahimbi, en su calidad de patrón de esta unidad militar que rinde cuenta de los informes directamente al Presidente de la República.
Se descubre ahora por qué el gobierno congoleño nunca quiso repatriar oficialmente a los ex del M23, a pesar de la insistencia de Uganda que albergaba a muchos; ya que podrían perder su eficacia como elementos de operaciones terroristas contra la población, por el hecho de que serían susceptibles de ser vigilados por todas las miradas, tanto nacionales como internacionales. Llegó pues la hora para que regresen clandestinamente al país para una misión de carácter criminal que no tolera molestos testigos.
Conviene resaltar que dos coroneles, en este caso Germain y Pascal citados antes, tienen su base en Goma para asegurar a la vez la recepción de esos mercenarios provenientes de Ruanda y su transferencia hacia Kisangani. Están bien cubiertos por la protección de las autoridades locales y utilizan abiertamente los medios de las FARDC (vehículos y otras ventajas) en el cumplimiento de su misión.
Pero el programa de reagrupamiento de los ex-M23 de los mercenarios de Joseph Kabila no concierne exclusivamente a la ciudad de Kisangani. Muchos otros elementos de entre ellos han sido infiltrados gradualmente en los principales centros militares del país, especialmente en Kitona y Kamina. De esos escuadrones de la muerte, tres mil elementos de tropa acaban de ser enviados a Beni para sostener la operación de degollamiento de civiles a fin de acreditar la tesis yihadista que se convirtió en uno de los esquemas privilegiados del régimen local para perennizarse en el poder. Desafortunadamente, incluso en la capital Kinshasa, se han infiltrado otros tantos con la finalidad de hacer correr la sangre de los inocentes durante estos dos meses que quedan del año de pase que el acuerdo del San Silvestre le concedió al dictador congoleño y a su régimen sanguinario.
Benilubero.com toma como testigos a todos las opiniones públicas, y en particular a la comunidad internacional que está bien presente en el terreno a través de la MONUSCO y que observa de cerca la ejecución del plan de terrorismo del poder local, pero continúa mirando con una indiferencia culpable cuando el pueblo congoleño lanza sus gritos de alarma a pleno día.
« Se entiende así el grave peligro de toda prolongación del poder de Joseph Kabila. Los congoleños dignos de este nombre deben rehusar toda forma de transición. En efecto, a la vista de lo que pasa en el Kivu-Ituri, toda transición más allá de Diciembre de 2016, daría tiempo y medios al gobierno congoleño que es, con toda evidencia, cómplice de la ocupación ruandesa del Kivu-Ituri en curso » (Padre Vincent Machozi, el 19 de Marzo de 2016, palabras que le costaron su asesinato al día siguiente).
©Beni-Lubero Online.





