





Queridas hermanas, queridos amigos:
« Si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los centinelas » Ps. 126, 1b.
Muchos quisieran tener noticias. En fin, voy a compartirlas. Gracias por sus oraciones por nosotros.
Gases lacrimógenos en las iglesias, e incluso en un hospital
El domingo 21 de enero, durante la misa, cuando ni siquiera habíamos recibido aún la bendición final, ni tampoco las instrucciones sobre la marcha, fuimos sorprendidos por gases lacrimógenos. Brotaban de todas partes. Corríamos de acá para allá en la iglesia buscando a las personas que habían traído margarina para aplicarla sobre la cara. Cuando cesaron de lanzar los gases lacrimógenos, el sacerdote, vicario de la parroquia de San Agustín, con valentía tomó una cruz, se puso al frente de los cristianos y empezó a caminar, nosotros lo seguimos. Había también una multitud de no católicos que esperaban fuera para marchar con nosotros. Unos minutos después los policías nos atacaron. Agarraron al sacerdote, lo echaron sobre el lodo y le rasgaron los ornamentos litúrgicos. La multitud se dispersó. Jóvenes valientes prosiguieron la marcha hasta cierto nivel, a diez minutos de la iglesia. Se encontraron con una emboscada, los policías dispararon a matar, uno de ellos fue alcanzado y murió. Regresaron con el cuerpo a la parroquia.
Los militares habían recibido la orden de hacer desaparecer los cuerpos
En el mismo momento los cristianos de tres parroquias vecinas (San Benito, San Lorenzo, y Santa Cristina) llegaron a la de San Agustín; los jóvenes cantaban « ahora estamos reunidos, ahora somos una fuerza ». Los policías solicitaron refuerzos. Dos camiones llenos de militares con uniforme de la policía, y con cascos blancos, lo que se llama en Kinshasa los militares de Mamadou, nos rodearon. Fue el inicio de un combate entre los militares, doblados por la policía, contra un pueblo desarmado. Yo no sé cuántos gases lacrimógenos soltaron en una iglesia archicolmada. La iglesia se llenó de humo. Y afuera disparaban al aire. En realidad hacían presión, no sólo para impedirnos proseguir la marcha de protesta, sino también para apoderarse del cuerpo del joven muerto a bala. En efecto, había recibido orden de recuperar todos los cuerpos y de borrar todos los rastros. Desafortunadamente, había allí periodistas que ya habían tomado fotos. Vimos jóvenes escalando los muros de la iglesia para huir de los disparos, y caían en el recinto de la iglesia, heridos por los alambres de púas que los retenían. Los que estaban en el interior se ahogaban por los gases que no cesaban de brotar de todas partes.
Nos acabamos de enterar además de que los militares irrumpieron en el hospital San José donde también lanzaron gases lacrimógenos. ¡Inadmisible!
Cuando mataron al chico joven, otros jóvenes huyeron hacia las casas vecinas. Fue entonces cuando empezó el registro de las casas. Los policías y los militares entraban sistemáticamente para buscar a los chicos y detenerlos. Incluso aquellos que no habían marchado con los cristianos fueron detenidos.
Llamamos varias veces a la MONUSCO, pero no vino a ayudarnos
Finalmente hacia las 12:00, luego de una fuerte presión, decidieron entrar en la iglesia y evacuaron a la multitud, recuperaron el cuerpo que habíamos escondido en la secretaría de la parroquia. No había ni siquiera una sábana para recubrir al muerto; afortunadamente, yo tenía una bata suplementaria, por si me pasaba algo, y la di para recubrir al cuerpo. Llegó un taxi con la cruz roja para llevar el cadáver a la morgue. Curioso, que fue la parroquia quien pagó para que el cuerpo de ese muchacho fuese embalsamado. Llamamos a la MONUSCO varias veces, esperando que vendrían a socorrernos, pero fue en vano. La gente de la MONUSCO llegó cuando la iglesia ya estaba vacía, ya no estábamos rodeados por los famosos militares, malvados como se les llama en Kinshasa.
De hecho nos enteramos de que había iglesias que estaban vigiladas, los policías habían recibido la orden de impedir las marchas por todos los medios, sobre todo en la nuestra de San Agustín, y en San José, San Alfonso, San Cristóbal, San Francisco de Sales, done una aspirante fue muerta. Ironías de la suerte, era hija de un coronel. He olvidado otros nombres de parroquias vigiladas.
Clérigos golpeados y desnudados
Esta vez los policías y los militares fueron de lo más violento contra el clero. Nuestro hermano asuncionista, un diácono, ha sido violentamente golpeado. Nuestro párroco, un pasionista, fue desnudado y golpeado delante de sus feligreses, muchos otros torturados en los locales de la ANR, agencia de investigación.
Como en los tiempos del comunismo, los servicios secretos han sido desplegados por las iglesias
Pareciera que vivimos en la época de la Unión Soviética. Durante la celebración de la misa había allí jóvenes pagados por miembros del gobierno para informarles del desarrollo de ésta. Así que sabían bien en qué momento podrían comenzar a tirar los gases lacrimógenos. Sor Eva da testimonio de que había dos jóvenes, justo al lado de ella, que comunicaban todo el tiempo por teléfono y por SMS. Dos aspirantes han afirmado lo mismo. Y al final de nuestro calvario, jóvenes del coro decían que los habían visto también. ¡Triste realidad!
Los gases lacrimógenos tienen consecuencias que no alcanzamos a entender. Teníamos todos las lágrimas en los ojos, a pesar de la margarina que nos aplicábamos sobre la cara; muchos tosían. Hay personas que tenían la piel reventada en cuanto el gas tocaba sus cuerpos, a causa de la intensidad con que eran expelidos. Incluso algunos días después de los sucesos, la cara mantiene una sensación de quemazón y también los ojos. Algunos tenían daño en la garganta.
La gente empieza a comprender que la lucha emprendida por la Iglesia concierne a todo el país
Roséline y yo regresamos a la comunidad poco antes de las 13:00, dejando al fin nuestra « prisión a cielo abierto », como lo resalta el Cardenal Monsengwo en su mensaje del 21 de enero.
Esta jornada ha sido muy estresante, más que la del 31 de diciembre, para las personas que allí estaban presentes. La Iglesia católica piensa proseguir la lucha. En febrero está prevista otra marcha. Creo que muchas personas se unirán a nosotros.
Incluso familiares de militares y policías piensan unirse por fin a la Iglesia para protestar; este calvario las ha alcanzado con la muerte de su hija, la aspirante Thérèse. La gente empieza a comprender que la lucha llevada por la Iglesia concierne a todo el país. He aquí pues cómo les comparto lo que hemos vivido.
Sor Maggio, Religieusa
Kinshasa
©Beni-Lubero Online.





