





Una realidad difícil de créer, pero es la verdad. La situación militar y de seguridad es confusa en Kabasha, a las puertas de la ciudad de Beni. Se ha declarado una rebelión, pero sus combatientes son elementos reconocidos como pertenecientes al ejército nacional congoleño, las FARDC. Todo esto ocurre sin que se haya señalado ningún amotinamiento en el seno del ejército. ¿Cuál es esta confusión? Es sobre todo el hecho de que en el seno de las FARDC, el ejército llamado del gobierno, hay soldados que tienen la misión d eliminar a sus colegas y de trabajar para los asaltantes, rebeldes, matones, degolladores, terroristas… lo que evidentemente no se identifica a primera vista.
El poder ha infiltrado a sus propios rebeldes en el seno del ejército leal. Dichos rebeldes operan lo mismo en el interior de las FARDC que en el exterior. Desde el interior se sustraen por momentos de sus colegas y forman bandas que atacan y matan a los otros soldados, estimados auténticamente patriotas. Desde el exterior del ejército, son técnicos que se emplean para encuadrar a los criminales que se han evadido de la prisión de Beni, y siguen reclutando a otros.
Desde el 20 de junio de 2017, los combatientes del grupo Mai-mai NDC-Renovado que ocupa el sur de Lubero, son encaminados discretamente bajo cobertura de las FARDC, con destino a Kabasha/Beni. Al hacer esto, las FARDC mismas han abandonado varias posiciones de su despliegue al sur de Lubero, dicen que para reforzar el frente de Kabasha contra la agresión de los asaltantes oficialmente no identificados. Así los combatientes del NCD-Renovado que las FARDC han unido a la ideología secesionista de Kabila, han recuperado y parecen ahber recibido dos misiones: por una parte, han ocupado e instalado una administración paralela en todas las localidades donde las FARDC se han retirado al sur de Lubero, como Kasugho, Bunyatenge, Bukumbirwa, el eje Bunyatenge – Majengo y sus alrededores; por otra parte, se hicieron aliados de las fuerzas del terror, instalando la nueva rebelión en la región de Beni.
Un plan genial está a punto de desencadenar lo peor sobre las dos ciudades de referencia de Beni-Lubero, a saber, la ciudad de Beni y su vecina de Butembo. ¿Habrá que gritar de esta angustia hacia el poder? Puede que sí, puede que no. Sí, como desafío a un poder sádico y cómplice del enemigo de su pueblo, a fin de ser agarrado en su proyecto de ratonera cuando venga la justicia internacional; no, porque de hecho son ellos los que se supone que deben proteger la patria y su pueblo, que utilizan los medios del estado para exterminar a los hijos e hijas del país.
Didimo Josaphat
Beni





