





Un emotivo discurso del presidente congoleño Joseph Kabila, el 17 de agosto de 2018, en Windhoek, Namibia, ha admirado mucho a los jefes de estado africanos, reunidos en la 38ª cumbre de presidentes de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC). Es la primera vez que Kabila pronuncia abiertamente palabras que indican su marcha. De modo que no le faltó la recompensa de muchos aplausos de sus colegas, admirados por la finura de sus palabras de humorista redomado.
¿Eran acaso bastante perspicaces nuestros jefes de estado para penetrar la profundidad de las palabras y de la actitud del presidente congoleño cuando se dirigía al mundo el viernes 17 de agosto de 2018? Las expresiones en boca del Sr. Kabila son ciertamente animosas, tanto para la nación congoleña como para quienes sostienen la alternancia política, verdaderamente democrática en el Congo.
Sin embargo, el congoleño ha aprendido la prudencia ante los discursos y el comportamiento de Don José. Las constantes actitudes ambivalentes del presidente congoleño ante los fenómenos y circunstancias que conciernen a la alternancia política han formado al pueblo congoleño en un gran espíritu cartesiano; de modo que todos sus gestos, actos, palabras, por agradables que parezcan, no merecen sino la duda. Esta duda no es pesimista, ya que puede cambiar en todo momento haciendo que los actos y comportamientos correspondan positivamente.
A la opinión internacional le es difícil entender al pueblo congoleño con tal actitud. Basta recordar sin embargo cuántos diálogos inter-congoleños se organizaron alrededor de Kabila con la esperanza de armonizar los puntos de vista para un feliz futuro del país. Acuerdos que habrían adquirido el cambio esperado en 2016. Pero, ¿qué hizo Kabila de tales acuerdos? ¿Por qué prefirió mantener al país en la confusión y la decadencia hasta nuestros días? Sólo desde el interior del país se entiende bien quien es verdaderamente Joseph Kabila. ¿Será posible creer que un hombre que no respeta una firma (que no puede ser borrada) respetará una palabra que se lleva el viento en cuanto se pronuncia?
Al concluir su discurso, dijo Kabila a sus colegas: « ¡Hasta luego! » Todo congoleño que lo conoce bien hubiera preferido que dijese « ¡Adiós! ». Adivinamos que no está listo para soltar la batuta de comando. Kabila querría ciertamente prevenir a sus amigotes que no se sorprendan de seguir viéndolo en el círculo de los jefes de estado, a pesar de las presentes combinas, e incluso de sus propias palabras. Por eso el pueblo congoleño no creerá en el adiós de Kabila hasta el momento en que concretamente dé pruebas de tolerancia política con la oposición (acepando entre otras la vuelta de Moïse Katumbi, y organizando un clima político y de seguridad favorable al retorno de los exiliados políticos), renunciando a la famosa máquina de votar, rechaza en bloque por sus compatriotas, aceptando que la CENI sea reestructurada para que se convierta en una comisión electoral verdaderamente independiente, así como una Corte Constitucional con magistrados neutrales y creíbles, que abra la puerta a las manifestaciones populares y políticas legales, ces de mantener grupos armados en rebelión, e incluso terroristas que masacran al pueblo congoleño en Beni, Ituri, Tamganyka, etc.
¡Joseph Kabila debe confirmar sus palabras en con actos positivos concretos!
Kazadi Joseph Bondeko
Kinshasa.





