





El balance de las represiones de la policía con ocasión de las manifestaciones del 7 de agosto de 2017 es tan fuerte que al oficial le daría vergüenz darlo a conocer. En contra del número de 12 muertos publicado oficialmente, las investigaciones cuidadosas presentan la verdad de al menos 65 muertos, e innumerables heridos; estos datos se verifican de la siguiente manera:
– 11 muertos en Nd’jili, a nivel de Sainte Thérèse,
– 9 muertos en Kimbaseke,
– 9 muertos en el aeropuerto de Nd’jili,
– 8 muertos sobre la Avenida del 24 de Noviembre,
– 6 muertos en Matete,
– 4 muertos en Ngiringiri,
– 3 muertos en Bumbu,
– 2 muertos en Sélembao.
Es difícil hacer le inventario de los heridos que son mucho más numerosos, la mayoría se encuentran en estado grave, una consecuencia del hecho de que la policía congoleña no se comporta como mantenedora del orden, sino como agente del terror que tira sobre los civiles con balas reales. Las investigaciones que se prosiguen todavía podría llevar al alza el presente balance, sobre todo por el hecho de que las manifestaciones que han iniciado se proseguirían hasta el 9 de agosto de 2017.
Cuando el pueblo congoleño se levanta hoy exigiendo el final de un régimen de depredación y de acciones sanguinarias, proyectando sin embargo una perspectiva de mejor porvenir para la República, muchos ciudadanos tomados como rehenes en el seno de los servicios públicos, como la Administración, el ejército, la Policía, etc. fingen no comprender que la liberación se espera de cada uno de ellos. Ya que todos son igualmente víctimas del mal gobierno actual y, por consiguiente, deberían sentirse concernidos al más alto grado por la preocupación que hace jurar al pueblo congoleño que no se concederá el mínimo descanso hasta que la lucha no haya alcanzado sus objetivos.
La Policía, el Ejército, el ANR, y todos los servicios vasallos del régimen de la angustia tienen todo el interés en cesar de trabajar en la protección y la prolongación de este poder que ha causado ya tantos muertos. Todos esos servicios tendrían gran necesidad de ser reeducados en materia de sus deberes para con la Nación; habría quizá que recordarles que no le toca a un individuo o a un grupo, o al poder local, sino al Estado congoleño, cuyo primer soberano es el pueblo.
Yves LUMBULUMBU
Kinshasa
©Beni-Lubero Online.





