





La cumbre realizada hace 10 días en Mbarara, en Uganda, entre una delegación del Gobierno congoleño y las autoridades ugandesas ha puesto a punto un plan de operación conjunta de las fuerzas armadas congoleñas y ugandesas contra los presuntos rebeldes ugandeses, llamados ADF, en la región de Beni.
Sin embargo, no hubo que esperar ni siquiera una semana para registrar el asesinato de ese noble programa de modo unilateral por las autoridades congoleñas. Esta desagradable sorpresa para los habitantes de Beni que son víctimas de la barbarie de esos incivilizados, era previsible por varias razones.
Primeramente conviene señalar que, al mismo tiempo en que se tenía la cumbre de Mbarara, otra delegación del régimen kabilista se encontraba en Kigali, Ruanda, para una reunión paralela, más estratégica para el poder local. Allí se decidía el despliegue para pasar a la fase final de la ocupación del Este del país, de manera que el trabajo que se realizaba en Mbarara no era sino una técnica de distracción destinada a engañar a la vez al gobierno de Uganda y al pueblo congoleño de Beni, que muere con la esperanza de ver por fin llegar la seguridad a su región.
En consecuencia, jamás será cuestión para Kinshasa permitir a los ugandeses que reduzcan a los ADF a la nada, ya que constituyen su más privilegiado pretexto en la estrategia de asentar el poder sobre la inseguridad y el caos. En contrapartida, Kinshasa, fuerte del apoyo de Kigali, estima que llegó el momento de acelerar la ocupación militar que preludia la balcanización del Este del país. Por esa razón ese incontable despliegue de tropas sobre Eringeti, Beni, Oicha, Mbau, Nyaleke, etc. Esas tropas son los M23 y los desmovilizados del ejército ruandés que han sido reciclados en los centros militares congoleños y desplegados en el Este (en Beni y en Ituri), vía Kisangani.
Nunca afirmaremos bastante que los incivilizados, llamados ADF, en la región de Beni son aliados del régimen de J. Kabila desde largo tiempo. Kinshasa no tiene interés alguno en decimarlos, por el contrario, los mantiene, los encuadra, los financia, y los refuerza con nuevos reclutas, protegiéndolos, no sólo dándoles cabida entre los oficiales del ejército regular (como el caso del general Mundos), sino sobre todo haciéndolos pasar a ellos mismos con de las FARDC.
¡Qué horror!
Astride Safari
Goma
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