





Un policía quemado vivo públicamente por la población en Bukavu. Horrible e insoportable de ver. Sin embargo es un hecho real. Bajo la fuerza da la cólera, la población tuvo la audacia de hacerse justicia por sí misma del modo más cruel que se puede imaginar, aconsejada y animada como en ninguna otra parte del mundo.
Ese hecho tuvo lugar en la mañana del 26 de septiembre de 2017 en Bukavu, la ciudad capital de la provincia del sud-Kivu, en la República Democrática del Congo. La tensión era ya visible desde hacía algún tiempo entre la población cada vez más desesperada por la inseguridad que no cesa de aumentar en la ciudad de Bukavu y sus alrededores. En muchos casos se le atribuye a la policía la responsabilidad de estos crímenes.
El elemento detonador de la tragedia de esa mañana se sitúa en el cuadro de este mismo fenómeno. La población había salido a las calles para reclamar la liberación de dos personas que habían sido secuestradas. Un elemento de la policía disparó mortalmente su fusil sobre dos civiles que manifestaban en esa reclamación. De pronto, la masa enfurecida se lanzó sobre el agente asesino. El veredicto popular fue sin recurso: el policía criminal fue quemado vivo con un neumático en plena calle.
¿Qué otra prueba extraordinaria podría buscarse ya para comprender que el país, como institución, ya está muerto? ¿Cuánto tiempo necesitarán aún los congoleños para entender que Joseph Kabila, quien es el principal obstáculo en la vida nacional, está igualmente citado en « pasado » en la escena política para toda la comunidad internacional, considerando el sabotaje que tuvo que aguantar en la tribuna de las Naciones Unidas con ocasión de la última Asamblea General de la ONU? Nadie considera ya a Kabila como presidente, excepto los propios congoleños, que parecen sin embargo lamentarse de él en una pasividad absoluta.
Sin embargo, lo que ocurrió en Bukavu con este acto popular es una advertencia que hay que tomar en serio para un régimen que piensa que su carácter terrorista podrá mantener eternamente al pueblo bajo su servidumbre. Hay que temer ciertamente ya que al mismo Joseph Kabila le ocurra muy pronto lo mismo que a ese pobre policía que pagó el costo de la ejecución de órdenes mal dadas. Y será ciertamente igual para todas las ovejas de su rebaño…
Esa horrible escena es accesible haciendo clic ici aquí. Pero desaconsejamos a los corazones muy sensibles el dar curso a su curiosidad.
Jean-Christian SHABANI
Bukavu
©Beni-Lubero Online.





