





Un oficial de alto grado de la operación Sokola 1 denuncia con vehementemente la existencia de elementos que el gobierno congoleño deja incontrolados a sabiendas en el seno de las FARDC en Beni, e inaccesibles para resto de las tropas leales. La MONUSCO, o Misión de las Naciones Unidas para la estabilización del Congo, acaba de enterarse de una carnicería, al parecer la primera de tal magnitud en la historia de las Naciones Unidas. Los matones de inocentes en la región de Beni atacaron las horas vespertinas (hacia las 17 horas) del jueves 7 de diciembre de 2017 la base de la MONUSCO situada al nivel del puente Semuliki, sobre el eje Mbau-Kamango, del modo más atroz posible. Catorce cascos azules tanzanos perecieron en este bárbaro ataque; otros 53 están heridos, muchos de los cuales en estado muy grave, dos autos blindados de la MONUSCO fueron incendiados.
Los asaltantes, utilizando falsamente el nombre de las ADF, se camuflaron como de costumbre con uniformes de las FARDC. Uno de ellos, caído con heridas, está totalmente asimilado a los elementos de las tropas gubernamentales en cuestión de uniforme.
Con este ataque esos degolladores quieren asegurarse el control de la parte más importante del eje Mbau-Kamango. Sin embargo, los cascos azules de la MONUSCO han defendido firmemente su base del borde del río Semuliki que el enemigo no pudo desmantelar, a pesar de los destrozos que les causaron a las tropas tanzanas de la misión de la ONU en el lugar.
En todo caso, lo que debería retener la atención de todos es la declaración de un oficial de las FARDC, del sector operativo de Sokola 1, que afirma « existen unidades de las FRADC desplegadas en esta zona operativa de Beni que el comando regular y oficial de Sokola 1 no controla, ya que esas unidades se despliegan de manera confusa y no son accesibles ni está sometidas al comando regular ». Este oficial insiste en que hay una gran desconfianza, incluso en el seno de esas mismas unidades, ya que los militares temen confiarse unos a otros, pues los traidores han copado el ejército en todos los niveles de la jerarquía. Tal declaración asegura la implicación del oficial congoleño en la tragedia de la que ya no escapa nadie en la región de Beni.
Lo que acaban de sufrir las tropas de la ONU con este catastrófico ataque es sinónimo de lo que pasa cuando alguien se dedica a acariciar un perro que se sabe que es rabioso. En efecto, la comunidad internacional ha hecho constantemente oídos sordos a los gritos de angustia de la población de Beni, decimada por las « masacres organizadas », cuyo responsable es bien conocido: « le régimen de Kabila », que está determinado a desanimar a las fuerzas la MONUSCO y forzarlas a abandonar el terreno, ya que son testigos molestos del plan criminal del poder local.
Mientras tanto, indiscreciones provenientes de la red del complot informan que la próxima mira del ataque de esos malhechores ya está identificada en la ciudad de Beni. Refuerzos de los bandidos están en vías de ser transferidos de Kisangani hacia Beni. Hay una presión real sobre el Este de la R. D. del Congo en general, y sobre la región de Beni en particular, de parte de una falsa rebelión que Joseph Kabila ha montado alrededor de la coalición M23-degolladores. Hay razones para creer que, la comunidad internacional cuya letargia traiciona bastante su complicidad con Kabila, corre el riesgo de seguir pagando el precio de su hipocresía, al mismo título que los pobres ciudadanos congoleños, si no ayuda de un modo significativo al pueblo congoleño a deshacerse inmediatamente del régimen de este presidente terrorista.
Castro Mulemberi Kyavahere
Beni
« Se entiende así el grave peligro de toda prolongación del poder de Joseph Kabila. Los congoleños dignos de este nombre deben rehusar toda forma de transición. En efecto, a la vista de lo que pasa en el Kivu-Ituri, toda transición más allá de Diciembre de 2016, daría tiempo y medios al gobierno congoleño que es, con toda evidencia, cómplice de la ocupación ruandesa del Kivu-Ituri en curso » (Padre Vincent Machozi, el 19 de Marzo de 2016, palabras que le costaron su asesinato al día siguiente).
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