Los jóvenes de dos comunidades que, según las autoridades congoleñas, estarían en conflicto en el territorio de Djugu, en la provincia del Ituri, -en la ocurrencia los Lendu y los Hema- se levantan para denunciar unánimemente la mentira del Estado congoleño sobre la situación de las masacres que aterrorizan el territorio.
Aussi, la coalition des jeunes des communautés Hema et Lendu exige aux autorités de réagir sans délai pour mettre fin à ce genre d’aventure sadique. Habiéndose movilizado contra el deseo de los manipuladores que tiran de las cuerdas oficiales, estos jóvenes, provistos de armas blancas, se unieron este lunes 5 de marzo para asaltar la oficina del Gobernador de la provincia, el Sr. Abdallah Penembaka, a quien las opiniones del Ituri citan entre los actores políticos clave en la actual tragedia del Ituri. La complicidad del Estado en este asunto se manifiesta a la vez por la desinformación de las masas sobre los acontecimientos desdichados en curso, así como por la letargia para comprometer los medios (humanos y materiales) consecuentes; es decir, los medios militares proporcionados para detener la tragedia.
Por la misma ocasión, las dos comunidades concernidas denuncian la veleidad de ciertos líderes políticos autóctonos que han cedido su lealtad a la corrupción del régimen local, aprovechándose de su situación social vulnerable, utilizan el dinero del Estado congoleño para motivarlos a excitar ex nihilo a los miembros de sus comunidades a efectuar agresiones mutuas que no aprovecharán sino al resbalón del poder en favor de los depredadores que reinan en Kinshasa. El juego de la excitación se realiza en dos tiempos de la siguiente manera:
– Por personas políticas interpuestas, algunos líderes de la comunidad Lendu han conseguido hacer caer en la trampa del poder local a algunos delincuentes de su comunidad, de los que necesitaban los manipuladores para hacerlos llevar el gorro de los degolladores que llegarían del reservorio del sistema de Joseph Kabila (este reservorio no es otro sino el imperio de los inmigrados impuesto a los autóctonos al norte del territorio de Beni, y al sur de la provincia del Ituri, reforzándose al mismo tiempo con soldados terroristas enmascarados en el seno de las FARDC). De este modo, se conseguía el pretexto del reflejo de los conflictos Lendu-Hema.
– Simultáneamente, una fuerte campaña de sensibilización es sostenida por « un laboratorio ruandés de concepción » apuntando a la comunidad Hema, que se empeña en demostrar la amenaza de las agresiones que debería soportar esta última a manos de los susodichos Lendu (comunidad Hema), proponiéndole a la vez una atractiva oferta de armas y dinero, como en la época del UPC/Thomas Lubanga, para amainar a los antagonistas Lendu. Esta campaña se aplica esencialmente a establecer un vínculo entre Hutu y Lendu, presentado como una alianza de fuerzas de masacre contra los Hema, persuadiéndolos de que sólo el apoyo de los ruandeses (como en 2002-2003) podría permitir a los Hema levantar cabeza.
Por eso las dos comunidades (Hema y Lendu) han considerado urgente denunciar igualmente a las marionetas de este sistema de destrucción masiva descubiertos entre sus propios miembros. Una alerta fue dirigida a esos traidores.
Al día de hoy, Hema y Lendu denuncian de manera unánime ante la opinión pública, tanto nacional como internacional, el complot del que son víctimas de parte de una política fundada sobre el sadismo de la alianza Kabila-Kagame, como prolongación del plan de masacres de Beni y del Kasai, queridas por el único motivo del corrimiento del mandato presidencial en la R.D. del Congo.
Suelta de un ejército astuto
La gran paradoja para la seguridad de los autóctonos se sitúa al nivel de la astucia utilizada en el seno mismo de las supuestas « fuerzas del orden, de defensa y de seguridad ».
Joseph Kabila y sus aliados ruandeses han constatado el fracaso de la estrategia que apuntaba a engañar a la opinión pública con una falsa guerra inter-étnica en el Ituri, con el fin de encubrir su táctica y mantenerse sobre el fondo de violencia. Por eso hubo enseguida un cambio de método: los policías que están siendo desplegados en masas inmensas por el Ituri en general, y en el territorio de Djugu en particular, no son en absoluto los protectores ni los defensores de la población autóctona. Por otra parte, tampoco se pueden considerar como simples policías. Son elementos de la fuerza especial del Presidente, rodados en las misiones « terroristas » del tipo de la que está en curso en el territorio de Beni bajo la cobertura de los « presuntos ADF », y del tipo de lo que se vivió en el Kasai bajo la máscara de los « Kamwina Nsapu ».
Algunos se acordarán de las acciones del tristemente célebre general Akili Muhindo, alias Mundos, en Beni, y de la manera como el régimen lo encubrió y protegió contra toda amenaza judicial. Mientras tanto, sus obras son completadas en la región por otros oficiales de las FARDC, tales como el general Fall Sikabwe. Igualmente, la situación de matanzas en el Ituri tiende a pasar a su velocidad superior, ya que en adelante son verdaderos escuadrones de la muerte los que el poder local acaba de soltar sobre el terreno bajo los uniformes de la Policía Nacional. Y las matanzas que ellos van a amplificar serán siempre falsamente imputadas al susodicho conflicto Hema-Lendu.
En resumen, es utópico esperar que el fuego prendido para abrasar el Este de la RDC en general, y de Beni-Ituri en particular, podría ser apagado por las manos de Joseph Kabila que es quien la avienta. Esto constituye una táctica posible en la encarnizada guerra contra la alternancia en el poder, por no decir contra las elecciones ilusoriamente encaradas antes del fin de este año de 2018.
KPAJO-KPAJO LONDROMA Bruce
Bunia
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