





Confiándose al micrófono de la Libre Afrique de Bélgica, este 13 de agosto de 2017, e lHonorable Antipas Mbusa Nyamwisi continúa abriendo la barriga de las boas. No deja tampoco de proponer la estrategia que él estima la más indicada para una salida beneficiosa ante el desafío político actual en la R. D. del Congo. Es lo que se puede leer en las siguientes líneas:
« Nada bueno se puede esperar de Joseph Kabila… a menos de una divina sorpresa. Pero, aun siendo yo creyente, no creo que eso pueda suceder con él ». En pocas palabras, Antipas Mbusa Niamwisi ha plantado el decoro. Antiguo ministro de Asuntos Exteriores del gobierno Gizenga, en 2017, bajo la presidencia de Joseph Kabila, él no considera un solo instante que el Presidente de la República Democrática del Congo pueda comprometerse en un proceso verdaderamente democrático, aunque fuese con retraso.
Según usted, ¿organizará el Presidente Kabila elecciones presidenciales?
Mi primera respuesta es no. Si lo hace, sólo puede ser en dos casos muy precisos. El primero, si llega a modificar la Constitución y puede ser candidato. El segundo, si encuentra por fin un candidato en el que pueda él tener confianza, por ejemplo en su círculo familiar.
¿Pero piensa usted que en esos dos casos podrá esperar él ganar los escrutinios?
¡Democráticamente, jamás! Pero controlando los rodajes de la máquina electoral puede pasar o hacer pasar a alguno, incluso con un 5% de las voces. No hay que obnubilarse, ese señor jamás podrá ya ganar un escrutinio en nuestro país. Pero el poder del dinero controla a la CENI (comisión electoral nacional independiente), de modo que todo puede pensar. En 2011 no ganó el escrutinio, y sin embargo…
Usted ha trabajado con él…
Sí, especialmente he sido ministro en el gobierno Gizenga. He visto cambiar a Joseph Kabila. Después de su primera elección enseguida empezó a confundir el bien público y su billetera. Me acuerdo de una visita a Kisangani donde quería apropiarse de la alcaldía de esa ciudad porque la encontraba a su gusto. Pasé en tiempo largo para disuadirlo, explicándole que eso era la alcaldía, que no era una propiedad privada. Insistió mucho, pero nos mantuvimos. Antes del escrutinio de 2011 le expliqué que ya no quería trabajar más con él. No le gustó, pero yo estaba decidido. Le dije que el pueblo ya no quería que él siguiera más. Se reía a carcajadas, no le importaba.
¿Tiene usted aún buenas relaciones con Ruanda y Uganda como en el tiempo en que estaba en rebelión contra Laurent-Désiré Kabila?
Digamos que tengo una buena libreta de direcciones, que la pude reanimar, luego de permanecer un tiempo en calma, y no solamente con los países que usted menciona.
¿Tiene aún el Presidente Kabila el favor de los jefes de estado de esos países?
El tiempo hizo su obra. Los presidentes de esa región tienen ojos y oídos, como usted y yo. Constatan que la RDC se convirtió en un polvorín. Una deflagración en nuestro país podría tener consecuencias desastrosas en los de ellos. Algunos querrían sangre nueva. Otros quisieran tener un papel positivo en el porvenir de nuestro país. Eso no es angelismo, su porvenir también está en juego en este asunto.
Su nombre ha sido mencionado en el acuerdo de Saint-Sylvestre, en el capítulo « desencrispación ». Usted fue autorizado a regresar libremente al país, ¿ha vuelto ya?
No. Y no es porque mi nombre no aparezca ya en la lista que no sigo siendo una presa para el poder. No me quiero exponer inútilmente. Hoy, soy más útil en el exterior. Hay que ver gente, hay que movilizar a la comunidad internacional, a nuestros hermanos africanos, a nuestros vecinos. No estoy vagando, créame.
Es usted hoy miembro de la Junta de oposición en el seno de la AR. ¿Cómo explica usted las dificultades de la oposición para movilizar al pueblo?
Es complicado, porque algunos líderes están en el exterior y no pueden volver. También es complicado, ya que nosotros jugamos el juego del diálogo a fondo para evitar lo peor, y algunos no han entendido. Al sobrepasar la meta del 19 de diciembre de 2016 (la fecha del final del segundo mandato del Presidente Kabila), el acuerdo de la Cenco calmó los ánimos de la población. Pero, si todo el mundo hubiera respetado las leyes establecidas, sería la solución la menos mala. Se le concedía un año al Presidente Kabila para retirarse y organizar las elecciones. Un año no es el fin del mundo. Pero él escupió sobre este acuerdo.
Pero ustedes encuentran sin embargo dificultades para movilizar…
Las últimas movilizaciones estuvieron bien, y hay que continuar uniéndose contra ese poder. También es difícil porque se trata de un poder que tiene todo el dinero que quiera para corromper a sus adversarios y organizar el desorden. Él y su clique están, por ejemplo, detrás de los conflictos entre pigmeos y bantúes. He sido yo el primero que dijo que detrás de las masacres de Beni estaba él. Era muy peligroso atraverse a decir eso. He sido acusado, me amenazaron, pero yo tenía razón. Lo que pasa en los Kasaïs, los ataques contra las prisiones, las irrupciones sobre Kinshasa, detrás de todo eso está el poder… Frente a esos acontecimientos sólo hay una solución, la constitución de una unidad lo más amplia posible. Yo había intentado ya una alianza con Tshisekedi en 2011. Por otra parte Kengo se iba. Pero desafortunadamente eso no funcionó.
¿Piensa usted que ese tipo de escenario tendría hoy más posibilidades de éxito?
Los tiempos cambiaron. La Junta se mantiene. Quienes debían irse se fueron. Hoy toca apretarnos los codos. Hay que poner de lado las divergencias y pensar en el porvenir del pueblo congoleño. Esto es un desastre completo para el país. Ya no se puede aceptar y el pueblo nos está empujando por la espalda. La tensión es palpable en Kinshasa, pero hierven también en otros sitios. Todos los congoleños que pueden viajar un poco constatan así que desde que entran en Uganda, en Ruanda, en Zimbabue, o en Angola, por no citar más que esos, allí hay agua, electricidad, carreteras… En cambio en nuestro país es el desierto total, siendo así que somos potencialmente más ricos. ¿A dónde se ha ido esa riqueza? ¡A los bolsillos de Kabila! Miren sino esos informes que salen todo el tiempo y que lo acusan, a él y los suyos. Son cientos de millones de dólares que han sido desviados para sus fines personales. Kabila se ha vuelto un caso patológico a causa de esa montaña de dinero. Los congoleños están cansados de esta situación. Ya no la aguantarán por mucho más tiempo.
¿Teme usted una explosión de violencia?
No se puede excluir. La población está acorralada a fondo. Más pronto o más tarde habrá un levantamiento que el poder no podrá controlar.
Con el riesgo de que algunos militares o aventureros acaparen el poder…
Es quizá un riesgo que haya que correr. Y sobre todo es una razón suplementaria para que la oposición se una lo más ampliamente posible para hacer frente y no dar lugar a tal escenario; que seamos creíbles en la escena regional, continental, e internacional.
Ese escenario implicaría forzosamente un período de transición…
Exacto.
¿Cómo vería usted esa transición?
Lo ideal sería tener un presidente por fuera de la revuelta. Un presidente que sepa que él no podrá presentarse a las presidenciales que debe de organizar. Hace falta también un gobierno creíble, y que trabaje para enviar rápidamente un mensaje de esperanza al pueblo. Hay cosas que se pueden hacer rápidamente para mejorar la vida cotidiana de los congoleños. Pero tampoco hay que precipitarse. Una transición de un año no me parece excesiva. África Central ha querido ir muy rápido y ya ven el resultado. Si el poder de transición trabaja, si las cosas son claras para todo mundo, se puede tomar un poco más de tiempo para organizar bien lo que sigue. La unión que hay que organizar para echar fuera a Kabila y para generar la transición debe confirmarse en período de pos-transición. Hace falta un gran partido. No un partido único, sino una gran formación capaz de dar el impulso necesario al arranque del país. Se trabaja en eso por el momento.
¿Quién sería su candidato ideal?
Para la transición, el clero podría representar un papel importante. Para el período de pos-transición haría falta un gran partido que designe a su campeón, por el que hago todos mis votos, un candidato de lo más popular. Sobre todo, hace falta también un programa para relanzar al país. Y para conseguir aplicar ese programa hace falta un gobierno que pueda disponer de una verdadera base popular en el Parlamento; hace falta pues un gran partido. Ya no se pude continuar con 500 partidos. Pero hace falta también una verdadera oposición.
Aquí el original de la interview: https://afrique.lalibre.be/7263/antipas-mbusa-nyamwisi-lopposition-doit-sunir-pour-sauver-le-peuple-congolais/
©Beni-Lubero Online.





