





Benilubero: ¡Buenos días, señora! Permítame decirle lo encantado que está Benilubero de recibirla y agradecerle, en nombre de sus lectores, por haberlo contactado para presentarle su testimonio en relación con las masacres en general, y con la matanza de los cascos azules en Beni, en particular. El motivo que la provocó a no callarse más, dice usted que es la muerte de los 14 cascos azules que acaban de ser asesinados sobre la carretera de Mbau-Kamango. Sus acusaciones son graves, ya que denuncian la responsabilidad de la comunidad internacional en esas masacres. Llega usted incluso a afirmar que esas últimas han sido planificadas por ésta misma, y que la MONUSCO sólo está ahí para acompañar el proyecto de la ocupación de las tierras nande por los ruandeses. ¿Cómo llegó usted a esta convicción? ¿Ha sido usted testigo de los hechos que la llevan hoy a acusar a la comunidad internacional de ser no sólo cómplice sino también coautora de esas masacres que asolan a Beni, cómplices de la matanza de los cascos azules tanzanos?
Benilubero: Pero antes de empezar, ¿querría usted presentarse a nuestros lectores, explicarles quién es usted?
Sra. Vulo: Me llamo Vulo Emérentienne (a solicitud de nuestra huésped, Benilubero utiliza un seudónimo por razones de seguridad). Soy congoleña, pero vivo actualmente en el extranjero.
Benilubero: ¡Huumm, eso sí que es raro! ¿Cómo puede usted dar testimonio de unos hechos que suceden en Beni, a miles de kilómetros de donde se encuentra usted actualmente?
Sra. Vulo: Yo no nací ni crecí en el extranjero. Precisamente por ser testigo de hechos tan molestos es por lo que hoy me encuentro en el extranjero.
Benilubero: ¡Ah bueno!
Sra. Vulo: Yo nací en el Nord-Kivu. Allí crecí y estudié. Después de mis estudios superiores en la universidad local, fui a trabajar a Butembo con la ONG MÉDICAL RELIEF LASTING CARE, una ONG británica que es conocida comúnmente en ese medio como ONG MERLIN. Tiene su base en Londres.
Benilubero: ¿Cuál era su misión?
Sra. Vulo: Creo que está aún presente en el Congo. En aquella época se ocupaba de la distribución de medicamentos y atención de salud primaria para los desplazados del territorio de Lubero y de Beni, del refuerzo de las capacidades del personal de sanitario, del pago de las primas a los agentes en las zonas de salud. En esas zonas estaba encargada también de financiar los gastos de funcionamiento, y de rehabilitar o reconstruir ciertos centros de salud y hospitales, especialmente los bloques operatorios.
Benilubero: Se trata pues de una ONG europea. Oyéndola hablar, su misión es pues humanitaria. Y del modo que describe usted esta ONG no tiene nada que ver con las masacres.
Sra. Vulo: En principio sí. Pero a decir verdad, se trata de una montaña donde se esconden los lobos. Vea: en 2010, la Unión Europea le escribió a mi jefe pidiéndole ya que redactara un proyecto de salud para la población de Beni que sería, decían, obligada a abandonar los campos en los cuatro años siguientes. Estamos en 2010, en víspera de las elecciones. Esta región no conoce conflictos. Mi jefe me habló de eso y me dijo que había anguila bajo la piedra. Luego de reflexionar, concluyó que algo dramático se estaba tramando a nivel de la comunidad internacional contra la población de Beni, y soltó una frase enigmática: « La hipocresía tiene límites. ¡No se puede seguir viviendo de la sangre de los inocentes! No. Yo no redactaré ese proyecto ». Esa decisión le va a costar cara a la ONG. Ya no será financiada. Seis meses después, nuestro jefe dimite y regresa a su país, el Canadá, y la base de Butembo es clausurada por falta de discernimiento.
Benilubero: Dice usted que la Unión Europea había previsto que las poblaciones se verían obligadas a abandonar sus tierras en los tres años siguientes para dirigirse a las grandes aglomeraciones. Y que por eso le habían solicitado a su ONG que se hiciera cargo en cierto modo de esas poblaciones desplazadas.
Sra. Vulo: ¡Afirmativo!
Benilubero: Y eso fue lo que efectivamente ocurrió tres años después, en 2013. Es el inicio de los secuestros, de las matanzas y de los desplazamientos que van a alcanzar su clímax en 2014. En efecto, recordamos las amenazas que Lambert Mende había lanzado a las poblaciones para que abandonaran sus tierras y se dirigieran a las aglomeraciones, para que no fueran consideradas como ADF, cuando llagaran las FARDC a lanzar una ofensiva.
Sra. Vulo: Efectivamente. Después, y sobre todo cuando empezaron las masacres en 2014, comprendí enseguida que el proyecto en cuestión habría servido para instalar a esas poblaciones en las grandes aglomeraciones y habría dado la impresión a la opinión pública de que MERLIN venía a ayudar a esos pobres refugiados. Cuando en realidad todo estaba ya programado. Con el correr del tiempo me he convencido de hay ahí una mano oculta a nivel internacional. Y añado otro hecho curioso: las masacres fueron intensas sobre todo en la parte que está considerada como el granero de Beni y de Lubero, incluso de Goma. Estaban en plena siega de los campos y de recolección del cacao, del arroz y de las bananas. Como ya saben ustedes, esos productos no se pudrieron en los campos. Los beneficiarios eran los nuevos dueños de las tierras, quienes los recogían y los llevaban a Uganda.
Benilubero: Como mujer de la tierra, ¿tuvo usted ocasión de identificar a esos nuevos dueños?
Sra. Vulo: Sí. En 2014, en plenas masacres, fui encargada por la ONG ZOA (ZID OUEST AZIA), una organización neerlandesa. Estaba presente con el proyecto Buza, sobre todo en el sector de Rwenzori, en el territorio de Beni. Intervenían en la agricultura, en la nutrición, en la protección y organización comunitarias. Ayudaban a las asociaciones de campesinos con ahorro y crédito. Sobre el terreno, la ZOA no era muy visible, ya que trabajaba con organizaciones locales, en especial con EPVI, APADER, CONCENKI… Me contrataron en principio como investigadora para la recogida de datos para el proyecto Buza.
Ese trabajo con ZOA RDC me permitió pues recorrer todas esas zonas de las masacres. Y desgraciadamente, me hizo ver también que en efecto la comunidad internacional, a la sombra de la MONUSCO, trabajaba con los asesinos para echar a las poblaciones de sus tierras.
Benilubero: ¿Los vio pues personalmente usted al lado de los asesinos?
Sra. Vulo: Sí y no. En pleno desplazamiento masivo de la población Nande que huía de las masacres, abandonando tras ellos sus campos a los asesinos, mi jefe local directo de ZOA, un hutu, debía redactar un proyecto con urgencia para ayudar a esta población. Nos vimos pues obligados a bajar a Eringeti para hacerles algunas preguntas a los pobladores y a las autoridades locales, y conseguir así estadísticas próximas a la realidad. En camino, estábamos en mayo de 2015, notábamos una gran presencia de militares, a 99% de morfología y lengua ruandesas, sobre todo en la zona de Mayi-moya donde, si ustedes recuerdan, se cometieron muchas masacres.
En el camino constatamos un hecho raro. Veíamos vehículos de marca Dina y Fuso, alquilados por la MONUSCO para dejar los víveres al borde de la carretera. Unas horas más tarde se oían disparos. En el mismo momento la MONUSCO detenía todos los vehículos de una y otra parte del sitio donde eran depositados los víveres, diciendo que el enemigo acababa de hacer una incursión. Algunos de ellos hacían entonces como que iban a dirigirse a ese lugar. Y una hora después abrían el paso. A nuestra vuelta, los víveres ya no estaban en el sitio donde los habían dejado y los habíamos visto pocas horas antes. Para nosotros no había duda alguna, los disparos eran tirados para permitir a los asesinos que vinieran a retirar la mercancía, y la MONUSCO estaba allí presente para acompañar esa operación de las masacres. Comprendíamos entonces por qué muchas de esas masacres ocurrían a algunos metros de los campos, sea de las FARDC o de la MONUSCO, sin que éstos interviniesen.
Benilubero: De modo que para usted está claro: ¿El Ejército y la MONUSCO ambos están bien implicados en las masacres?
Sra. Vulo: ¡Ah, sí! Vean, ese trabajo de encuesta nos llevaba también a encontrarnos con los responsables militares sobre el terreno. En esa zona de Eringeti, por ejemplo, se podía asistir a la entrega de armas y de uniformes militares en la base de nuestras FARDC. Con frecuencia, eso era la noche o al día siguiente del aprovisionamiento cuando los campos eran atacados. La mayor parte del tiempo el oficial responsable daba a los militares la orden de replegarse. Los que se resistían eran matados. Llegaba el enemigo, se servía y desaparecía así en la naturaleza sin ser inquietado.
Hacia diciembre de 2015 hubo un ataque. Los cascos azules tanzanos habían descubierto que nuestros militares congoleños estaban implicados en las masacres. Así fue como durante un ataque, habiéndose fijado en que el enemigo llevaba el uniforme congoleño, los persiguieron y mataron a un gran número de ellos. A la vuelta de la operación hubo una emboscada, y los mataron a casi todos. Ni las autoridades de las FARDC, ni la MONUSCO han dado nunca el número exacto de los cascos azules que fueron muertos en ese ataque. Tres solamente se salvaron. La verdad es que esa emboscada era dirigida por otro grupo de la MONUSCO, creo que paquistanos, para que el asunto no fuese conocido.
Benilubero: ¿Pero cómo lo supo usted, si ni siquiera asistió al ataque o a la emboscada?
Sra. Vulo:
Estábamos en medio durante el ataque. En esa emboscada tres cascos azules tanzanos salvaron la vida de milagro. Uno de ellos se refugió donde nosotros, ya que tenía miedo de regresar a la base. Pensaban que había muerto también. Fue él quien nos contó todo eso. Le ayudamos a abandonar ese sitio; y una vez en Beni, fue repatriado inmediatamente a su país. Ya comprenderán ustedes que, ante todos esos hechos, yo no podía menos de concluir que, además del Ejército, la comunidad internacional sostenía y caucionaba esas masacres. Y apuesto a que los cascos azules tanzanos que acaban de ser matados sobre la carretera de Mbau-Kamango pagan su determinación de querer poner fin a esa hipocresía de la MONUSCO y de las FARDC.
Benilubero: En efecto, puede uno preguntarse por qué son los cascos azules tanzanos los que pagan un pesado tributo en las diferentes emboscadas y ataques de la MONUSCO. Eso merecería una profunda encuesta. Volvamos a la presencia de los ruandófonos en ese medio. ¿Los veía usted también la ciudad?
Sra. Vulo: Gracias por la pregunta. Eso me permite aportar otra hecho muy extraño en el contexto de las masacres. Era raro notar la presencia de los Tutsis. Por el contrario, los Hutus que se parecen a nosotros sí estaban muy presentes. El barrio Ntony estaba inundado de Hutus. Los he visto con mis propios ojos reunirse muchas veces de noche en una casa a pocos metros de la casa PAX que pertenece a los Adventistas. Y en nuestro barrio de Mandradel había también ruandeses. Sus niños, de una edad media de diez años, venían cada vez más a jugar a nuestro barrio, ya que una de sus mamás nos frecuentaba y decía que ellas venían de Rutsuru. No sé por qué milagro tuve el reflejo de preguntarles a algunos de ellos de qué barrio de Rutsuru venían y por qué les era tan difícil expresarse corrientemente en swahili. Me respondieron entonces inocentemente que ellos no conocían Rutsuru, sino que venían directamente de Ruanda.
Benilubero: Justo lo contrario de lo que se afirmaba en los medios.
Sra. Vulo: Desafortunadamente, después de esta revelación, desconfiábamos de la presencia de esos jóvenes ruandeses y nos preguntábamos si no serían espías. Algunos amigos y yo comenzamos entonces a movilizar a la juventud, y también a las mamás del barrio, sobre las amenazas que se cernían sobre nosotros, si no poníamos cuidado. Por un lado, los jóvenes se organizaron e iban por la noche a hacer bulla alrededor de las casas que ocupaban los Hutus. Y por el otro, las mamás habían decidido acercarse cada vez más a las mujeres Hutus, y hablarles sólo de las masacres de los Nande por los ruandeses, y del odio contra los ruandeses que eso estaba suscitando entre la población local. La estrategia dio sus frutos, ya que unas semanas después los Hutus vaciaron el barrio y desaparecieron en la naturaleza, sin que nadie supiese qué dirección tomaron.
Benilubero: Además de esos hechos que hacen pensar, ¿ha vivido usted otros acontecimientos que pongan en duda las acciones de las ONG internacionales y muestren sin dudas su implicación en las masacres de Beni?
Sra. Vulo: Recordarán ustedes la famosa intercepción de un camión que venía de Goma por la población de Beni en la concesión de los Testigos de Jehová, y que contenía revistas de los Testigos de Jehová, además de azadones, machetes, cuchillos y martillos. El chófer revelaría después que los Testigos de Jehová no tenían nada que ver en eso, pero que esas mercancías pertenecían a la ONG LWF. El vehículo fue liberado, gracias a una intervención del alcalde de la ciudad.
Benilubero: Sí, recordamos muy bien ese hecho, ya que Benilubero le había dado eco.
Sra. Vulo: Unos días después de este incidente, tuvo la FAO una reunión en la sede de OCHA, en Beni, para todas las ONG que trabajaban en ese medio, en el curso de la cual prohibió a todas las ONG la compra de esos instrumentos de muerte, cualquiera que fuese el proyecto.
Benilubero: ¿Estaba usted presente?
Sra. Vulo: Sí, estaba. Mi corazón se llenaba cada vez más de rabia y de rencor. Comencé a abordar en alta voz esos diferentes temas con mi jerarquía. Lejos de compadecerse del pueblo, me respondían que yo había sido contratada para trabajo humanitario y no para hacer política.
Benilubero: Su franqueza, su determinación para tratar de organizar a los jóvenes, ¿no le causó enojos?
Sra. Vulo: Por supuesto. Uno tiene un sexto sentido que le hace anticipar esas cosas.
Benilubero: ¿De modo que no se sentía usted segura? ¿Su vida además corría peligro?
Sra. Vulo: Sí. Ustedes ya lo saben; quien habla mal del gobierno congoleño siempre es perseguido por los servicios de seguridad. Más de tres veces esos bandidos visitaron nuestra casa sin que consiguieran sus objetivos. Conocíamos a alguien entre los oficiales del Ejército que vivía no lejos de nosotros. Y cada vez que nos visitaban, al minuto justo, él mandaba a unos militares para disuadir a los bandidos y hacerlos irse. Las amenazas eran a veces tan fuertes y recurrentes que yo tuve que huir a Kinshasa. Y desde Kinshasa, tomar el camino del exilio hasta hoy.
Benilubero: Díganos, señora, ¿si le pidieran un día que diese testimonio de esos hechos ante una corte de justicia, estaría usted dispuesta a presentarse?
Sra. Vulo: Por supuesto, pero a condición de que el régimen de Kabila ya no esté en el poder. Basta mirar lo que ocurre en Beni para comprender que, con este régimen, toda verdad es sofocada, y los testigos con ella
Benilubero: Muchas gracias, señora Vulo, por su testimonio que no dejará de esclarecer a la opinión pública sobre este vasto complot contra nuestro país.
Sra. Vulo: ¡Más bien soy quien les agradece! Vivo por cierto en el exilio, pero mi corazón se quedó en el país. No tengo duda. Los ADF, los grupos armados Mai-mai nada tienen que ver con las masacres de nuestras mamás, de nuestros hermanos, de nuestras hermanas… Es un vasto complot de la comunidad internacional, que no ha dudado de intervenir en Costa de Marfil, en Libia, en Irak, en Siria, y rehúsa poner fin a este calvario, incluso después del asesinato de sus agentes. Le hago un llamado a nuestra población: no debe creer en las declaraciones de tal o cual presidente extranjero, de un Secretario General de la MONUSCO que da la impresión de compartir con nosotros o de sostenernos con ayuda humanitaria. Es pura hipocresía, es un somnífero. Yo no tengo duda alguna de que las ONG internacionales, la MONUSCO, así como el Ejército en su constitución actual, son instrumentos de los que se sirve esa comunidad internacional para concretizar su proyecto. En cuanto nuestra población tome conciencia y quede convencida, será, de eso estoy segura, el inicio de nuestra liberación y de nuestra independencia.
©Beni-Lubero Online.





